Su vídeo reivindicativo "Isto é o que ti bebes" lleva más de catorce mil visualizaciones en YouTube. Con él, la lalinense Ariadna Fernández pretende poner en valor el trabajo de las explotaciones ganaderas de leche de Galicia. Esta veterinaria esconde, además, una incipiente vocación literaria que ha sido recientemente galardonada, en Arzúa, con el Premio Modesto R. Figueiredo de narraciones breves.
-¿Qué fue lo que le movió a realizar su clip tan aclamado?
-Se me ocurrió porque cuando lo hice hace un par de años había una gran crisis en el sector lácteo en nuestra comunidad autónoma, y lo hice básicamente para dar visibilidad a ese trabajo y para que la gente vea que este sector es diferente a todos los demás. En este caso, se trata de muchas explotaciones de las que dependen familias enteras, con padres, abuelos e hijos. No es como una empresa cualquiera, en la que vas, trabajas y te marchas, sin ninguna implicación familiar o personal. Además, si las naranjas son de Valencia o las anchoas del Cantábrico, la leche es de Galicia, y debe ser así.
-¿Cree que la gente valora ese trabajo cuando se toma un vaso de leche o se come un helado?
-Me imagino que no lo tienen muy en cuenta. Yo lo veo por mí misma. Lo que no puede ser es que por 10 céntimos compres unas naranjas u otras, porque tienes que pensar que hay gente que vive detrás de esa producción. Yo veo una lata de Coca Cola, que en una máquina cuesta 60 céntimos por 33 centilitros, y un litro de leche llegó a estar a 28 céntimos. Es algo que me parece totalmente ridículo porque estoy de acuerdo en que Coca Cola tenga un buen producto, pero la leche gallega también es muy buena. Yo tengo un amigo veterinaria que cuando fue lo del famoso vídeo de Jordi Évole sobre las explotaciones porcinas me comentó que no se puede tener una calidad buenísima a un precio muy bajo porque eso es imposible.
-¿Llegará un día en el que el trabajo del sector primario gallego se pagará de manera justa?
-Aún queda mucho por hacer. Sobre todo porque nuestra propia autoestima está empezando ahora a despertar con las nuevas generaciones. La gente que tiene vacas por herencia no lo considera un trabajo especialmente bonito. En cambio, ahora la juventud se lo está tomando de otra manera, y cuando nosotros nos empecemos a valorar también se valorará al resto.
-¿Siempre tuvo claro que quería dedicarse a ser veterinaria?
-Al principio quería ser profesora por mi tía, pero pronto me di cuenta que lo mío era ser veterinaria. Yo creo que desde que veía llegar a casa al veterinario porque cuando eres pequeño, y ves llegar a veterinario para solucionarte un problema, para ti es un héroe. Fue entonces cuando me dije que eso era lo mío. Además, siempre me gustaron mucho las vacas, que es algo que heredé de mis padres.
-¿El trabajo es lo que esperaba cuando todavía estudiaba?
-El trabajo es más duro de lo que esperaba, bastante más. En especial por el horario, y porque tienes que andar a toda prisa para ir de un sitio a otro. Es un trabajo como el de ganadero, muy similar, y que está muy mal remunerado. En general, toda la veterinaria, no sólo la de ganado vacuno, pero también tiene cosas buenas. Te relacionas con la gente del rural y yo creo que eso es lo más gratificante.
-Sin embargo, existe la leyenda de que los veterinarios ganan bastante con su trabajo, aunque sea muy sacrificado por la inmediatez de las intervenciones.
-Es que antes sólo había un veterinario en cada municipio y poco más, y no te iba a asistir a una vaca enferma en el mismo día. Eso lo recuerdo yo en nuestra explotación familiar de cuando era pequeña. Yo, hoy en día, llego antes a un parto que una ambulancia a un enfermo. Además, ahora somos muchos y la ganadería va a menos. Hubo un tiempo en que la cosa era al revés y el ganado iba a más, los veterinarios eran pocos, y entonces ganaban bastante dinero. La profesión de clínica de vacas tampoco está bien remunerada con todo el trabajo que tienes que hacer.
