Pasaban pocos minutos de las cuatro y media de la tarde de ayer cuando el féretro con los restos mortales de Manuel Salgado Silva, párroco emérito de Lalín, hizo su entrada en una abarrotada iglesia de Nosa Señora das Dores, portado a hombros por varios sacerdotes de la Diócesis de Lugo, procedente de la casa rectoral de la calle Z, donde estuvo situada la capillla ardiente. Dentro del templo no cabía un alfiler para participar en una ceremonia solemne que contó con la participación del Coro Vox Stellae de Santiago de Compostela, especializado en la recuperación de música sacra. Cerca de 60 sacerdotes concelebraron el funeral -estando la mayoría de ellos repartidos entre las primeras bancadas del templo- que fue presidido por el obispo de Lugo, Alfonso Carrasco Rouco. Junto a él, en la eucaristía estuvieron también el Vicario General, Mario Vázquez, el Vicario Pastoral, Luis Manuel Rodríguez, el Arcipreste de Deza, José Pérez, el párroco de Nosa Señora das Dores, Marcos Torres, y varios delegados episcopales como Miguel Asorey, delegado para el Clero.

Entre las autoridades civiles presentes en el acto destacó el alcalde de Lalín, Rafael Cuiña, que estuvo acompañado del concejal del Rural, Miguel Medela, y de varios ediles de la oposición. El portavoz del grupo popular, José Crespo, disculpó su ausencia debido a sus obligaciones en Madrid como senador. Crespo sí estuvo en varias ocasiones con la familia visitando la capilla ardiente de la casa rectoral. La ceremonia se llevó a cabo en gallego, castellano e incluso con partes en latín, como fue el rezo del padre nuestro. Durante su homilía, el obispo de Lugo realizó una semblanza del fallecido, del que destacó su labor sacerdotal y, sobre todo, el "amor a la familia eclesiástica" del que fuera elegido como Prelado de Honor del Papa Benedicto XVI. Alfonso Carrasco también se mostró seguro de que "el trabajo y la obra de don Manuel Salgado tendrán continuidad" en la diócesis.

Finalizada la ceremonia religiosa de Lalín, los restos mortales de Manuel Salgado Silva emprendieron viaje en un furgón fúnebre hasta Santa Eulalia de Rairiz, en Santiso, donde la familia posee un panteón familiar. Como estaba previsto el párroco emérito de Lalín recibió cristiana sepultura en compañía de sus allegados y de varios amigos que quisieron acompañarles en este duro trance.