A la "catedral de la gastronomía gallega" -así definió ayer a Lalín y a su cocido en su pregón el presidente de la Real Academia Galega (RAG), Víctor Freixanes- no peregrinaron tantos fieles como en las últimas ediciones, pero los millares de vecinos y visitantes que desafiaron a la nieve y al frío disfrutaron con un plato que Lalín elevó a los altares hace ya medio siglo. La mejor afluencia era previsible por las predicciones meteorológicas de los últimos días y, pese a que la villa amaneció cubierta por un manto de nieve, la lluvia respetó la fiesta durante buena parte de la jornada.

En caso de buen tiempo, 70.000 personas y con temporal sobre 40.000 es una regla no escrita de la organización para valorar la afluencia de visitantes y ayer hubo que tirar por la segunda alternativa. Pero como lo verdaderamente importante es que los que nunca fallan lo disfrutasen con un ambiente de fiesta y una buena mesa, estas premisas se cumplieron y vecinos y visitantes rindieron su homenaje al cerdo, a la gastronomía y a la fraternidad de los que abarrotan las casas de los lalinenses, donde son recibidos con abundantes manjares para que este día permanezca en su memoria durante al menos un año.

Los actos oficiales dieron comienzo a las 11.00 horas en el vestíbulo del consistorio para la entrega de la tercera edición del premio Aldea Singular, que fue para la parroquia de A Xesta. El alcalde lalinense, Rafael Cuiña, y la presidenta de la Diputación, Carmela Silva, flanquearon en el protocolo en la presidencia del evento al pregonero. Aunque ya era previsible, la representación del gobierno gallego se limitó al conselleiro de Cultura y vecino de estas tierras, Román Rodríguez. El miembro del ejecutivo autonómico fue sentado en la primera fila, pero del público, junto al portavoz del PP local y senador, José Crespo. La parte noble del público también se reservó para diputados provinciales y los altos ejecutivos de Abanca Pedro López Jácome y Francisco Botas.

El turno de palabra fue reservado al anfitrión y a la presidenta provincial. Carmela Silva aprovechó la ausencia de, por ejemplo, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, para remarcar que desde hace tres años nunca falla a su cita con el Cocido y dijo que acudir a Lalín este día es una "obligación para todos los políticos" por la dimensión de una fiesta que está entre las más relevantes de España. "Es un deber con Lalín y con Galicia", proclamó. Además, felicitó a los vecinos de A Xesta por su galardón y al Concello por pensar en Freixanes como pregonero para las bodas de oro de la celebración. El alcalde agradeció la presencia de Román Rodríguez con un "estás en tu pueblo, en tu casa" y reconoció el mérito de Crespo en la trayectoria de una fiesta que, dijo, fue impulsada por el exalcalde Luis González Taboada al amparo de la Peña do Porco. "Es cierto, tú siempre estás y estoy seguro que el pueblo de Lalín sabrá reconocerlo", contestó a la presidenta provincial. Cuiña señaló que el municipio y esta fiesta deben estar por encima "de los egos de sus políticos" y que el Cocido "afortunadamente" es una fiesta que volvió al pueblo.

Pero el mejor discurso y el más emotivo no tuvo a ningún político como protagonista. Cristina González Reboredo, portavoz del colectivo vecinal San Pedro Félix de A Xesta se llevó una rotunda ovación cuando remató su intervención y después de que Paula Fernández y Sindo Ferradás recibiesen el diploma acreditativo del premio Aldea Singular. La joven, natural del lugar de O Pazo, puso el acento en algunos de los encantos de su parroquia, conocida entre otros asuntos por sus populares fiestas patronales, del que parte el dicho festa por festa, o Carme da Xesta. Aludió a la necesidad de dignificar la vida en el rural porque Galicia no se entiende sin sus aldeas.

Tras el acto del consistorio, al que también acudieron los munícipes de Rodeiro (Luis López), Agolada (Ramiro Varela) y de Escaldes-Engordany (Trini Marín) los representantes del PP local y Román Rodríguez realizaron la visita a la carpa Mahou del Campo da Feira alejados de la comitiva. Autoridades, vecinos y visitantes comprobaron las calidades de los productos gastronómicos de las decenas de stands, en los que el cerdo era el gran protagonista.

Desde una pequeña carpa entre las calles Principal y Loriga Freixanes pronunció un pregón que precedió al tradicional desfile de carrozas y comparsas. Mientras los concejales del gobierno lo siguieron en la calle, el pregonero fue arropado por el alcalde, Carmela Silva; el secretario xeral de Compromiso por Galicia, Juan Carlos Piñeiro o el representante comarcal de este partido Orlando Villamayor.

El presidente de la RAG comenzó su intervención recordando parte de la nómina de los pregoneros y reparó, en un discurso feminista, que en 50 ediciones del Cocido solo había habido cuatro mujeres; recomendando al alcalde que el próximo año hubiese pregonera porque chegou o tempo de instalarnos na modernidade e asumir ese principio elemental da igualdade entre as persoas en función dos seus méritos e cualidades e non outras condicións. Freixanes dijo sentirse en Lalín ante una de las grandes manifestaciones de la cultura gallega y enfatizó que o cocido é, sen dúbida ninguha, a gran catedral da gastronomía galega, o noso primeiro plato nacional. Aludió a que anteayer se habían cumplido 104 años del nacimiento del sabio lalinense Ramón María Aller y citó a otros ilustres como el matemático de Bermés Xosé Rodríguez o el aviador Joaquín Loriga. Mencionó, en una tierra, Galicia, donde hay hasta 55 maneras diferentes para definir al cerdo, a grandes literatos y gastrónomos como Álvaro Cunqueiro y su ya reconocida emoción de ser capaz de señalar 14 sabores distintos en la cacheira del animal, registro que el también escritor Carlos Casares elevó hasta 27 ó 28. Tras citar a su padre, uno de los incondicionales de la Feira do Cocido a la que venía desde Pontevedra, mencionó a amigo Xosé Manuel García Trigo, que había cuantificado las 5.000 calorías necesarias que precisaba un paisano para quemar las en los trabajos del campo, y que se las encontraba en la "celestial criatura". Finalmente quiso resaltar que en el cocido, como la buena mesa, se dan las condiciones para aunar amistad o la lealtad de los amigos para concordar o incluso discrepar, porque, dijo, triste sería que hubiese siempre una opinión unánime. Feliz festa para todos e todas. O ano que vén, señor alcalde, a poder ser: as señoras. Viva a boa xente de Lalín, con razón ou sen ela. Así concluyó Freixanes el pregón de las bodas de oro de una celebración en la que la gastronomía, el cerdo y todos los productos autóctonos son el perfecto argumento para hacer disfrutar a los visitantes de la buena mesa y al mismo tiempo divulgar las excelencias patrimoniales del Kilómetro Cero de Galicia. Tras una larga sobremesa, la Praza de Igrexa acogió a partir de las 20.00 horas, como colofón de la fiesta, un concierto del grupo de música tradicional Treixadura.