La asociación protectora de Animales Peludos sen Fogar cesa su actividad, cinco años después de ponerse en marcha y debido, sobre todo, a la falta de voluntarios que se encarguen de atender los perros que custodia en una granja cedida por Nudesa en A Baíña, en Agolada. El colectivo que activaron las hermanas Cristina y Estefanía Rodríguez ya no recoge canes desde hace dos años y medio por la falta de personal, y a mediados de 2016 dio la voz de alarma ante la escasez de ayudantes. A día de hoy, ellas y una tercera voluntaria se turnan para ir a la nave a cuidar a los nueve canes que llevan en la protectora cerca de cuatro años, los mismos que llevan en A Baíña después de utilizar, también de forma desinteresada y durante poco más de un año, una finca cedida en Lalín por Moncho Villanueva. La labor les resulta casi incompatible con sus trabajos (las tres se dedican a la hostelería), por lo que iniciarán una intensa campaña para la adopción urgente de estos animales, tanto a través de las redes sociales como de cartelería.

Otro de los motivos para cesar su actividad es que "el concepto de protectora ya se perdió, porque aparece un perro abandonado y no podemos hacer nada", explica Cristina Rodríguez. De hecho, en los últimos tiempos, cada vez que se daba la alerta de un perro sin dueño en la zona, el trámite habitual era contactar con CAAN, el centro de acogida y protección de animales que la Diputación puso en marcha en 2013, meses después del nacimiento de Peludos sen Fogar. La colaboración entre las dos entidades siempre ha sido muy positiva, hasta el punto de que "nos avisan cuando algún animal que entregamos tras sufrir un accidente de coche consigue ser adoptado, meses después de su operación".

Peludos sen Fogar llegó a atender en sus perreras 25 animales, cuando la disposición de voluntarios era mucho mayor. "Siempre tuvimos ese límite, porque no queríamos, por ejemplo, responsabilizarnos de 100 perros si no íbamos a poder alimentarlos". En este sentido, Peludos sen Fogar siempre pudo atender las necesidades básicas de sus canes gracias a los donativos de socios y simpatizantes o a la recaudación de eventos solidarios, puesto que nunca obtuvo ninguna ayuda de tipo oficial. A día de hoy, como explica Cristina Rodríguez, tienen todos sus pagos al día. Desde el Concello de Lalín sí se les facilitó, ya con el anterior gobierno del PP, un local cerca de las dependencias de Protección Civil que hace las veces de centro de reuniones de la asociación.

Cani Entroido y fotografías

Rodríguez quiere resaltar que "cada vez que precisábamos ayuda económica para afrontar una operación" o cualquier cuestión de cierto coste, "la gente respondía muy bien" a través de la llamada de redes sociales. Pero Peludos sen Fogar, hasta hace un año, organizó un sinfín de actos con los que poder mantener su actividad, como el Cani Entroido, en el que los dueños de mascotas podían disfrazar a sus animales, o una sesión de fotos, también para vecinos con perros, gatos o aves, organizada en 2014 en colaboración con el estudio ya desaparecido The Photography Shop. Peludos sen Fogar también acudió a numerosas ferias para dar a conocer su labor y recibir fondos de simpatizantes con su causa.