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Pérez Alberti propone recuperar el legado de Hilgen para Lalín y hacer un inventario

El catedrático de Geografía de la USC valora la opción de Liñares y lamenta el retraso en la puesta en valor del material -"Hay que inventariar; no se sabe todo lo que hay", dice

Augusto Pérez Alberti. // USC

El catedrático de Geografía de la USC, Augusto Pérez Alberti, fue una de las personas que intervino para que el legado del geólogo holandés Jan Dirk Hilgen llegase primero a Galicia y luego a Lalín. El profesor explica que el científico no dejó por escrito que el material de su investigación de zonas como la Serra do Candán se custodiasen para siempre en la capital dezana, aunque sí mostró su deseo de que viniesen a parar a Galicia o a Lalín, fruto de la amistad que entabló por ejemplo con la familia Navaza o la devoción que sentía por los montes lalinenses. De hecho, tanto sus cenizas primero como después las de su esposa fueron esparcidas en su estudiado monte Candán. Por eso Pérez Alberti considera acertado que el legado de Hilgen regrese desde el Museo da Minería de Fontao a Lalín y acepta el Pazo de Liñares como emplazamiento.

El vínculo del catedrático catalán afincado en Galicia desde hace muchos años y la familia del geólogo holandés se remonta a hace más de una década. Explica que una de las hijas del también fallecido lalinense Perfecto Navaza contactó con él a raíz de que dos sobrinos de Hilgen, que falleció sin descendencia, le plantasen una salida para el legado. Entonces, explica, propuso que este material fuese a parar a la universidad compostelana, pero las gestiones no cuajaron porque incluso se había planteado a los sobrinos del científico que realizasen un inventario.

Entonces fue cuando se propuso que lo ideal era que el denso trabajo de Hilgen, instrumental y otras pertenencias recalasen en Lalín por la relación de Hilgen con O Candán o con Navaza, hace ahora aproximadamente una década, Pérez Alberti contactó con su colega de facultad y entonces edil lalinense Román Rodríguez y el exalcalde José Crespo para coordinar este proceso. Explica que ahí incluso se puso sobre la mesa que el legado fuese a parar "al previsto museo da paisaxe", también como atractivo del proyecto. Poco después, prosigue, Rodríguez y Crespo le comunican el interés del concello por hacerse cargo del material y a finales de 2008 recalaron los sobrinos de Hilgen en Lalín con una veintena de cajas con distinto material que habían transportado en furgoneta desde Holanda. En aquel episodio también intervino el geógrafo lalinense Antonio Presas. "Eran más de veinte cajas con libros, trabajos, instrumental...", dice, y recuerda que fue enviado para su custodia a la biblioteca municipal. "Pasan los años y le dijo a Román [Rodríguez] que hay que hacer algo porque como mediador me siento mal y que es necesario hacer un inventario, pero se envía al Museo da Minería de Fontao y no se elabora el necesario inventario", remarca. Y dice que entonces los representantes municipales le aseguraron que la cesión a la instalación cruceña era temporal. Pérez Alberti llama la atención sobre otro asunto; desconoce si a Fontao fue a parar todo el material o solo una parte y reitera el acierto de que el Concello de Lalín decida dejar sin efecto el convenio con el de Vila de Cruces una vez que expiró el plazo de cesión del legado del holandés. Asimismo opina que la dimensión del legado de Hilgen merece que, tras ser inventariado convenientemente, sea depositado en la capital dezana y valora el Pazo de Liñares, "que además mira al Candán". El catedrático, que esta semana viajará a la Antártida para realizar un estudio científico, señala que con el depósito en el pazo lalinense del material del geólogo holandés, fallecido hace ahora 14 años, Liñares podría ver incrementado su propio atractivo turístico y quizá para darle una mayor dimensión como espacio de divulgación de la ciencia que estudia la geología. "También habría que pedirle un esfuerzo al conselleiro Román Rodríguez para potenciar la historia y Lalín", bromea.

Por otro lado, Pérez Alberti recuerda la pasión que Hilgen sentía por el territorio dezano, que tanto estudió, y la relación con su amigo Chicho Navaza. Las cenizas del holandés fueron esparcidas en el alto de San Benito del monte Candán, en 2004, y cuatro años después se repitió la historia con las cenizas de la esposa de Hilgen. Dos de los sobrinos del matrimonio, médicos de profesión, fueron los que se encargaron, junto con la familia Navaza, de cumplir el deseo del científico holandés; por un lado reposar eternamente en los montes dezanos y por otro que su legado recalase en Lalín para ser valorado o estudiado.

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