La sede de Campodeza, en Gresande, acogió ayer una jornada para promover la participación activa de las mujeres en los órganos de dirección de las cooperativas. Dos técnicas de Agaca, Loli Couso y Ruth Rodríguez, se encargaron de impartir las conferencias. En el caso de Rodríguez, evaluó el papel de la mujer en este tipo de entidades.
-En la actualidad, ¿cuál es el grado de participación de la mujer en las cooperativas?
-Según los datos que manejamos, de media en una cooperativa el 49% de socios son mujeres, y el 51%, varones. La presencia femenina, que aquí está equilibrada, se desploma bastante si hablamos del consejo rector, donde supone solo un 15%. Es un dato malo, pero hace dos años estaba en el 12, así que podemos pensar que si la situación mejoró fue, en parte, por este tipo de charlas de Agaca, con las que intentamos que los propios consejos rectores fomenten el ingreso de mujeres, ya que en muchos casos ni se les pregunta a las socias cuáles son sus intereses. Si hablamos de mujeres presidentas, sólo un 4% de cooperativas tiene al frente a una fémina. Pero es que esta situación, este techo de cristal, se da también en otros sectores como la rectoría de una universidad o la jurisprudencia.
-¿A qué se debe esta dificultad para acceder a un consejo rector?
-A que la mujer suele atender la explotación, pero también la vivienda, los familiares dependientes y los hijos, con lo que no le queda tiempo para tomar parte activa en la cooperativa y, además, tampoco suele estar acostumbrada a tener vida pública, como ellas mismas reconocen. Por eso intentamos cambiar esta herencia cultural, para darnos cuenta de que no puede estar todo sobre los hombros de la mujer y que hay que compartir las responsabilidades domésticas. Muchas mujeres nos dicen que, para ellas, el tiempo libre es el que tienen para planchar. Es cierto que la mujer tiene más visibilidad en la explotación gracias a la cotitularidad, pero en la realidad siguen sin repartirse las tareas domésticas.
-¿Existe una mayor concienciación de esa corresponsabilidad entre las generaciones más jóvenes?
-En la franja de edad de 45 a 60 años la mujer sigue delegando su vida pública en el marido y los hijos varones, pero entre las parejas menores de 30 años ya se da una mayor concienciación. ¿Qué ocurre? Que el sector agroganadero sufre un fuerte envejecimiento, con una edad media de 55 a 60 años, de modo que las parejas jóvenes tienen un peso mínimo.
-¿Qué medidas se toman desde Agaca para que la mujer rural asuma su rol en la sociedad?
-Hay un 5% de mujeres que esquivan tener puestos directivos por miedo a hacer el ridículo, así que son necesarias iniciativas que refuercen la autoestima femenina. Además de estas charlas, organizamos sesiones formativas a petición de las cooperativas, centradas en nuevas tecnologías o en la capacitación empresarial agraria, por poner un par de ejemplos. Cada vez existe más interés por estos cursos para mujeres.
-Tras las dos ponencias de la jornada, se abrió un turno de reflexión con las asistentes . ¿Qué es lo que más le sorprendió?
-A las charlas acudieron 23 personas, todas mujeres. Coincidieron en que la corresponsabilidad en las tareas domésticas es un cambio cultural lento, que no será realidad hasta la generación de sus hijos. Eso sí, detectan mejorías en comparación con la situación en la que vivieron sus madres o sus abuelas. Pero apuntan, también, que sería conveniente una nueva sesión en la que participasen sus parejas para que los hombres fuesen conscientes de todos los trabajos que recaen sobre ellas.
