Contra viento y marea. La XII Festa dos Callos de Matalobos fue un éxito ayer a pesar de que las adversas previsiones meteorológicasobligaron a la organización a decidir 24 horas antes de su celebración que la trasladarían al pabellón número 3 de la Fundación de Exposicións e Congresos da Estrada y también a pesar de que las dificultades derivadas de las numerosas goteras que ayer presentaba el recinto ferial estradense.

Las filtraciones -localizadas muy especialmente en la confluencia de la claraboya central con las chapas de ambos laterales del tejado- condicionaron el devenir de la celebración. Desde la ubicación de las mesas -colocadas fuera del alcance de esas goteras- hasta la sobremesa. Y es que, en esta, si bien se produjo la exhibición de bailes de salón que estaba prevista - a cargo de dos parejas de Matalobos, formadas por Julián Rosende y Antía Couceiro así como por Rubén Rosende y Ainhoa Couceiro; de una de A Estrada, integrada por Xavi y Sheila; y otra de Forcarei, conformada por Sheila e Iván- para que pudiesen actuar fue preciso secar antes el suelo, en la medida de lo posible, llegando a utilizarse para ello incluso cañones de calor.

Las goteras también motivaron pequeños charcos en el pasillo central, incitando a algunos de los niños asistentes a chapotear para divertirse.

Fue la nota pintoresca de una celebración que, por lo demás, discurrió ajustándose a la programación prevista gracias a la gran labor desarrollada por la cocinera Aurora Loureiro y el ejército de 50 colaboradores de la organización, que trabajaron aun más que en años anteriores para trasladar a la Fundación todo lo necesario para la realización de la fiesta.

Los preparativos puramente gastronómicos arrancaron en la jornada del sábado poniendo a remojo los 150 kilos de garbanzo y limpiando a fondo los 200 de pata y los 40 de vientre de ternera con los que ayer se elaborarían los callos, utilizando además 20 kilos de chorizo, 15 de panceta, 12 litros de aceite, 1,5 kilos de pimentón dulce, 200 gramos de pimentón picante, sal y especies. La experta mano de la cocinera Aurora Loureiro se encargó de cocinarlos durante 4 horas. Familias enteras de voluntarios, integradas por personas de entre los 10 y los 83 años, pusieron lo mejor de sí mismos al servicio de la organización.

Si en la mañana del sábado se habían vendido 400 tiques, tras el anuncio de que la Festa dos Callos se trasladaría a la Fundación, las ventas se dispararon a lo largo de todo el sábado e incluso de ayer, incrementándose aproximadamente en un centenar, a falta de los datos definitivos que arroje el recuento total. Y aunque el grueso de los comensales acudieron al recinto ferial a partir de las 14.15 horas para recoger su cazuela de barro y disfrutar de sus callos "a fartar" -de acuerdo con el lema de la fiesta- en la Fundación, lo cierto es que el mal tiempo le restó comensales en el pabellón a la Festa dos Callos. Muchos de los que tenían tiques acudieron a la Fundación a partir de las 12.30 horas, equipados con cazuelas, para llevarse los callos a casa y degustarlos en familia.

Como viene siendo habitual, paradójicamente en la Festa dos Callos también triunfaron ayer el pulpo y el churrasco. La pulpería Porta sirvió más de 150 raciones de pulpo y un centenar de churrasco. Al menos, en A Estrada pudo trabajar, indicó su propietario, procedente de Barro, donde la Festa do Raxo tuvo que ser suspendida.