A Estrada acaba de perder a una de sus autoras con mayor éxito de ventas: Lina Varela Lorenzo. Se trata de la artífice de dos de los recetarios de referencia de muchos aficionados a los fogones: Las recetas de Lina y Otras recetas de Lina, publicados respectivamente en 1994 y en 2006. El segundo dio respuesta a la elevada demanda del primero, que llegó a agotar cuatro ediciones.
Fue la justa recompensa a la cuidada labor de una mujer muy perfeccionista que, pese a ser maestra titulada, nunca llegaría a ejercer la docencia. Se consagró a su familia durante décadas. Y no fue hasta enviudar cuando, animada por uno de sus yernos, decidió publicar las numerosas recetas de cocina que guardó con mimo durante años.
Lina Varela había nacido en el corazón del casco urbano de A Estrada. Su familia regentaba un estanco en el solar que hoy alberga las instalaciones del banco BBVA, en la esquina de confluencia de la calle Calvo Sotelo con Justo Martínez. Fue alumna de la primera promoción del Instituto de A Estrada, radicado en el inmueble que posteriormente albergaría la antigua biblioteca en Serafín Pazo. Allí solía jugar con otros alumnos al hockey utilizando para utilizando para ello lo que tenían más a mano: ¡los palos de la verdura! Así lo recordaba ayer su hija mayor, la también maestra jubilada Maruchi, evocando lo que su madre le relataba, con nostalgia, de sus años de estudiante.
Es una anécdota para el recuerdo pero define a la perfección el carácter práctico de una mujer que, siendo la mayor de siete hermanos, terminaría convirtiéndose en un pilar fundamental en su familia. Lo seguiría siendo hasta el final de sus días. Su condición de mujer "ponderada" a la par que muy perfeccionista y sensible motivó que todos en su familia la tuviesen como "una referencia". Era alguien importante . Sabían que "siempre estaba ahí" y que era alguien "con quien siempre se podía contar".
Tras completar sus estudios en A Estrada, estudiaría Magisterio en la Escuela Normal de Ourense. Lo hizo en un plan especial debido a la Guerra Civil. Gran amante del teatro, durante su etapa de estudiante participaría con gran éxito en varios grupos aficionados locales. En Ourense se titularía como maestra en 1940 pero no llegaría a ejercer la docencia. Ni siquiera llegó a opositar. Se enamoró del médico Pedro Rolón Rodríguez -natural de Noia pero con consulta en A Estrada- y Lina priorizó su vida personal a la profesional. Se casaron y tuvieron cinco hijos -Maruchi, Pedro, Fernanda, Chelo y José- que, con los años, la convertirían en abuela de seis nietos.
Todos ellos sintieron ayer -en la capilla ardiente instalada en el velatorio 2 del Tanatorio San Pelayo, en el funeral en la iglesia de A Estrada y en el cementerio parroquial de Figueiroa donde tuvo lugar su inhumación-el calor de los numerosos estradenses que quisieron presentar sus respetos a una mujer cuyo perfeccionismo le hizo destacar en todo lo que se proponía. A sus hijos les prodigó una "gran dedicación" y les inculcó su nivel de exigencia. A su marido -aunque no trabajaba en su consulta de A Farola porque ya había una enfermera- no dudaba en ayudarle cuando era necesario. Por ejemplo, cuando de noche llegaban accidentados que requerían asistencia. Incluso le ayudaba a suturar heridas. "Varios estradenses le atribuían zurcidos en sus carnes realizados con depurada técnica", según se indicaba en el repaso de su vida en imágenes que se expuso en la Sala Abanca en 2013 cuando la Asociación de Mulleres Rurais "Avelina Valladares" presidida por Marisé García la distinguió en su II Exposición Fotográfica en Feminino "Oficios de muller", junto a otras tres mujeres cuya historia también merece la pena recordar: la matrona Carmiña Ferreiro y, ya a título póstumo, la madre de Ferreiro, María Porto, y Maruja Otero, conocida como "A Nai dos Pobres" por su gran labor social.
También Lina Varela destacó por su solidaridad y colaboró en la asistencia a los enfermos. En los difíciles años de la posguerra y en una zona eminenemente agrícola, muchos eran los que solo podían pagar los servicios médicos con productos naturales de la tierra y Lina Varela -ama de casa y, sobre todo, madre- aprendió a sacarles el maximo partido en la cocina para deleite de los suyos. Cocinaba "muy bien". Hacía "una carne asada maravillosa" y una menestra y unos huevos encapotados exquisitos, señalaba ayer Maruchi.
Había heredado múltiples secretos de cocina de su madre -otra magnífica cocinera- y siguió atesorando más durante años coleccionando multitud de recetas que terminarían conformando en los noventa su primer libro, muy aplaudido por el gran público. Para entonces, Lina ya había enviudado. Atrás quedaba su intensa participación en la vida social de A Estrada, fruto de la condición de concejal y de presidente del Liceo-Casino de su marido, que también formó parte de comisiones de fiestas y presidió las corridas de toros a las que era muy aficionado. Se integraría en la Asociación de Amas de Casa da Estrada y sería parte activa de la Asociación de Viudas de A Coruña, donde acostumbraba a pasar largas temporadas por ser la ciudad de residencia de tres de sus hijos.
Tras décadas en un discreto segundo plano, con la publicación de sus recetarios por parte de la editorial O Castro de Sada, Lina Varela alcanzaría el reconocimiento a su valía personal.Terminaría por ser profeta en su tierra. Fillos e Amigos da Estrada la distinguió en 1995 y Mulleres Rurais "Avelina Valladares" en 2013. Pero, además, sintió el cariño del gran público, que la paraba por la calle para felicitarla. Dejó de ser "la mujer del médico Pedro Rolón" para convertirse en "Lina, la autora del libro de cocina" que recoge las recetas sencillas que logran sacar el máximo partido a los productos naturales de la Galicia más rural.
