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Najla Shami: "La música gallega y árabe son fáciles de poder fusionar"

"Antes de ir a Palestina por vez primera era mucho más optimista sobre el conflicto"

Najla Shami actúa esta tarde en la casa escuela de la parroquia silledense de Parada. // Ainoa Calvo

La casa escuela de Parada acoge esta, a las 17.00 horas, el ciclo Café, concerto e doces, que ofrece la actuación de la cantante Najla Shami (que además toca la guitarra y la kalimba), acompañada por el músico Héctor Lorenzo. La cita es gratis, está organizada por la asociación de vecinos y está abierta a todo el público en general. Shami ofrecerá un concierto íntimo y acústico basado en la fusión.

-¿En qué va a consistir su actuación de Parada?

-Cantaré un poco de todo de las canciones que más me gustan. Un poco en la onda en la que estoy componiendo ahora, y que aparece en mi último disco. Como siempre hago mezclas, y habrá un poquito de jazz, que es de donde vengo yo, y también habrá mucha música brasileña y africana. Evidentemente, también habrá música gallega y sonoridad árabe porque mi familia es palestina.

-¿Cuánto tiene de complicado intentar fusionar la música gallega con la de Oriente Medio?

-Tengo que decir que es más fácil de lo que parece porque la música tradicional de muchas partes del mundo, desde Azerbayán a Turquía y hasta aquí, está toda basada en la misma semilla, que son básicamente mujeres cantando con tambor. Entonces, eso lo vas a encontrar en toda Asia y Oriente e incluso en Europa hasta la Península Ibérica, y todo África también. En el germen sí que hay un punto de unión. Y aunque la colocación de voces son distintas, también tienen cosas parecidas. A mi sí que al principio me costó un poco más a la hora de hacer un proyecto y preguntarme qué quería. Es como hacer una comida, tienes un montón de ingredientes que al principio te parecen que no casan y tienes que diseñar cómo será el plato. Una vez que te pones en acción las cosas van saliendo de forma natural.

-¿Qué respuesta obtiene del público con esta mezcla musical ecléctica?

-La verdad es que a la gente le gusta mucho. Hasta ahora los directos están siendo brutales porque a la gente le encanta y siento que tiene una conexión muy grande conmigo. A nivel discográfico, en mi anterior trabajo se nota un poco, pero no tanto. En el próximo álbum ya arriesgo un poquito más en la sonoridad, y estoy a la expectativa de ver cómo lo recibe el público.

-¿Por qué eligió a Héctor Lorenzo de acompañante entre todos los músicos que suelen colaborar con usted tanto en directo como en las distintas grabaciones?

-Es uno de mis guitarristas de referencia. Llevo muchos años tocando con él, en concreto desde 2004, y es uno de los músicos con el que me gusta trabajar. Héctor es un músico que tiene gran bagaje en la música brasileña, y es una persona que soporta muy bien la rítmica con un buen tempo. El concierto será íntimo. Yo también llevo la kalimba, que es un instrumento que me lleva acompañando unos años y al que le tengo mucho cariño. Es un instrumento africano que también se conoce como piano de dedo que me encanta. También llevaré guitarra, y espero que la gente esté receptiva para que sea tranquilo y, como decía, muy íntimo.

-¿Mantiene contacto con su familia en Palestina?

-Por supuesto. Mi familia es Palestina de la parte de Tulkarem, en Cisjordania, pero ahora mismo tengo familia en Ramala. Estuve el año pasado allí por primera vez, y estuve viviendo en Jordania. Fui a vivir allí durante ocho meses para reencontrarme con mis raíces. Debido al conflicto que hay, experimenté dos sentimientos encontrados como frustración, y al mismo tiempo también alegría. Gestos que cuando estás aquí no comprendes, pero cuando estás allí toman todo el sentido. También hice un poquito de inmersión en el idioma, que lo tengo muy olvidado.

-Cuentan las crónicas que llegan de allá que vienen malos tiempos, ¿qué opina sobre el asunto?

-Yo creo que todos los conflictos tienen arreglo si las partes tienen ganas de hacerlo. En este caso creo que no hay voluntad porque por el lado judío, el norteamericano, y subrepticiamente por el europeo también, conviene que haya conflicto por motivos económicos. Y, después, a largo plazo se va instaurando el odio y la desidia en la población, y eso hace más complicado aún que las cosas se arreglen. Cuando tú te acostumbras, y esa vida la asumes como algo normal es muy difícil. Reconozco que antes de ir allá era más optimista de lo que soy ahora de vuelta. Viéndolo in situ está complicado. Ojalá que me equivoque y haya solución.

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