Amigos da Ponte de Ponte Ledesma organizó ayer una caminata por el entorno de Gres y de esta localidad de Boqueixón para conmemorar el Día del Patrimonio, que tuvo lugar el pasado jueves. La presidenta del colectivo, Natalí González Cacho, ejerció una vez más de guía, en un recorrido que no podía empezar en otro lugar que no fuese el puente, que por cierto ya necesita una limpieza tras la actuación del año pasado y sigue amenazado por las raíces de un árbol a poco menos de dos metros de distancia. El puente seguro que forma parte de la Vía XIX del itinerario de Antonino, una de las dos grandes vías romanas del territorio gallego. Se conserva un documento del año 1253, en el que Gonzalo Ruiz de Bendaña deja en su testamento 50 sueldos para, precisamente, el mantenimiento de la pasarela, un paso imprescindible para salvar las aguas del Ulla tanto para los arrieros de O Ribeiro (Ourense) que vendían vino en Santiago como para los productores de aceite. Y sí, el aceite fue un cultivo extendido en Galicia hasta la llegada de los Reyes Católicos, que decidieron talar las plantaciones para favorecer la producción andaluza. Los señores de Quiroga tenían casa en Ponte Ledesma para controlar el paso de material, y donaron a la aldea los dos olivos del atrio de la iglesia. Patrimonio natural -igual que el Monte do Francés, en honor a la escaramuza del 6 de marzo de 1809- y arquitectónico conviven a orillas del Ulla: del lado coruñés, el mencionado templo luce en su fachada un cilindro que recuerda al de la fachada del convento de Santa Clara, en Compostela. Entre los árboles se adivina el Pazo Marquesal de Algara, cuya dueña llegó a casarse con Saturnino Calderón Collantes, ministro de Isabel II en el siglo XIX. En la memoria de los vecinos, y de la historia, están el castillo del obispo Gelmírez que compró doña Urraca en la aldea Noente y el castillo de Bernardo Sánchez García de Ledesma, en la Pena Anduriña, que el arzobispo Berenguel de Landoria redujo a escombro en el siglo XIII.

Más suerte tiene el patrimonio en el lado de Gres aunque, eso sí, las dos piedras que indican el portazgo que había que pagar para cruzar el viaducto no deberían estar junto a la casa anexa a la capilla del Carmen, sino en el arranque del propio puente. La ruta terminó en el área recreativa de Gres, "donde viven las hadas, ya que en este bosque se conjugan castaños, espinos y robles", indicaba Natalí González. La zona luce, desde 1999, una placa en homenaje al escritor Xosé Neira Vilas, vecino de Gres y cuyo poema remata con un "son dese anaco do mundo". La misma sensación se llevó ayer quien esto escribe, al término de la caminata.