Para dar un paseo con el perro, para buscar setas, para ver cómo crece el pasto y para hacer rituales de santería. Sí, el monte, y sobre todo los cruces de caminos, son ideales para invocar al mal (y al bien, que conste). Lo malo es el susto que se pillan los vecinos, como ocurrió el viernes por la noche en Castro de Arriba, en Vilatuxe. Una vela negra y otra blanca alumbraban la estampa, junto a una botella con líquido (quizás agua bendita), una caja de fósforos y, encima, una faria, sin apenas consumir.