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"En la polémica del cartel del Cocido hubo mucha maldad"

-¿Tiene pensado volver algún día a Venezuela?

-Hoy en día lo veo casi imposible. Si la cosa mejorase, no me importaría regresar, pero ya digo que es muy difícil. Tengo allí un hijo y tres nietos, con los que mantengo un contacto permanente. Como hasta la tercera generación también tienen pasaporte español pueden ir y venir de forma regular. Suelen pasar las navidades con nosotros y los vemos unas tres o cuatro veces al año. Aquello es un polvorín en manos de milicias muy ignorantes. Siempre recuerdo el dicho ese que dice que la iglesia te quiere sumisa, la política te quiere débil, pero yo que soy tu padre te quiero libre y formado. Cuanta más ignorancia siga habiendo peor lo tendrán allá.

-¿Se ve muchos años aquí?

-Es muy cierto que Dios escribe derecho con renglones torcidos. ¡Le he dado tantas gracias por haber estado aquí durante estos ocho años! La gente de Lalín es maravillosa y solidaria. Además, pienso que es un lugar ideal para que gente de mi edad puedan llevar una vida tremendamente tranquila porque tiene todo lo necesario para que eso suceda.

-¿Cómo ve ahora, con la distancia que da el tiempo, la polémica de su cartel de la Feira do Cocido?

-Me entristece recordarlo. Mucho. La verdad es que el fallo fue de la diseñadora, como ya lo dije en su momento. Ellos tienen una sociedad a donde llegan trabajos y están autorizados para utilizarlos, si les gusta la idea. A mí me lo mandaron y me pareció una idea muy original. Lo que pasa es que aquello, y todo lo que pasó después, se hizo con mucha maldad. Tengo por costumbre en no entrar en disquisiciones dialécticas con gente que no sabe de lo que está hablando. ¿Cómo voy a firmar un cochino si ninguno de los numerosos que hay en el mundo está firmado, aunque todos los ha hecho alguien? No voy a perder el tiempo en esas cuestiones porque, insisto, no discuto con los que sólo atacan por maldad y sin saber nada de este tipo de asuntos.

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