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Más de 1.600 niños y jóvenes se quedan a comer en sus centros de estudio

Ocho de cada diez estudiantes dezanos de Infantil y Primaria usan el comedor escolar

El servicio suele ser de gestión directa, con cocinas en los propios centros - El CEIP de Merza es el único que carece de la dotación - Los alumnos abonan hasta un tope de 4,5 euros por día, en función de la renta paterna

Usuarios del comedor escolar del Xesús Golmar, en un curso anterior. // Bernabé/Javier Lalín

Salvo el CEIP de Merza, todos los centros escolares públicos de Infantil y Primaria de la comarca dezana cuentan con servicio de comedor escolar. El colegio de la parroquia cruceña nunca dispuso de esta dotación, dado su reducido número de alumnos (en este curso tiene 18) y la proximidad de las viviendas de éstos. Sin embargo, es evidente que la prestación del comedor escolar es un criterio a tener en cuenta a la hora de escolarizar a un hijo para, con ello, poder conciliar la vida laboral y familiar. Así lo demuestran las cifras: de los 2.095 alumnos que se contabilizan en los CEIP públicos de Deza así como en el CPI de Rodeiro, 1.631 se quedan a comer en sus centros de estudio. Suponen nada menos que el 77,8% de los alumnos matriculados.

En Deza prima la gestión directa de los comedores, de modo que es el equipo directivo del centro el que se encarga del día a día del servicio, tanto de la atención de los críos como de la organización del menú. Solo un colegio, el CEIP Manuel Rivero, de Lalín, ofrece comedor a través de catering, ya que carece de cocina. En él comen 106 de sus 220 matriculados, bajo la supervisión de personal de la empresa adjudicataria. La ANPA se encarga de organizar actividades extraescolares varias días a la semana, y la biblioteca permanece abierta de lunes a viernes.

Por volumen de usuarios, es lógico que destaque el CEIP Xesús Golmar, también en el casco urbano de Lalín. En este colegio estudian 624 niños, y 355 hacen uso de las instalaciones del comedor. Ni en el Xesús Golmar ni en el resto de los colegios se contempla que los niños tomen el desayuno (ello no quiere decir que no se atienda una situación de emergencia). La ANPA, a través del servicio Voltereta, se encarga de atender a los alumnos que tienen que entrar antes en el centro debido al horario de sus padres, así como de las actividades extraescolares una vez que rematan las clases.

En el rural lalinense el comedor escolar también tiene una excelente acogida y, no en vano, son varios los alumnos del casco urbano que han trasladado su matrícula a estos centros. En el CEIP Joaquín Loriga, de Prado, comen en el comedor 108 de sus 110 estudiantes. El comedor funciona en este centro desde su apertura, hace más de 40 años, y el colectivo de padres ofrece actividades extraescolares todas las tardes. En el Vicente Arias de la Maza, en Vilatuxe, hacen la comida 78 usuarios, todos los matriculados, y como tienen clase hasta las 16.00 horas, las actividades extraescolares se ofertan durante el recreo posterior a la comida. Por su parte, el comedor del Varela Buxán, en Cercio, acoge también a todos los alumnos, 76 chicos.

Ya en Silleda, el CEIP del casco urbano atiende en su comedor a 300 de sus 338 alumnos. Los profesores cuentan con el apoyo de padres a la hora de repartirse los turnos de vigilancia y, aunque no se organizan actividades extraescolares, la biblioteca está siempre disponible. En cuanto al colegio Ramón de Valenzuela, en A Bandeira, da servicio a 125 de 129 alumnos, mientras que la ANPA organiza sus actividades extraescolares tras la comida y las clases fuera del recinto.

La acogida del comedor en Cruces también deja claro el papel de este servicio en la conciliación. En el CEIP de A Piedade, 167 de sus 187 alumnos comen en el centro (los 20 restantes viven en el casco urbano), mientras que en el CEIP Cerdeiriñas, de la parroquia de Piloño, sus 56 alumnos hacen uso del comedor. Disponen, además, de actividades extraescolares durante tres días por semana, que también organiza el colectivo de padres.

En cuanto a Agolada y Dozón, en el primero usan el comedor en torno a 70 de sus 80 matriculados. A falta de que se reactive la ANPA, es el Concello quien organiza actividades fuera del horario lectivo. En el CEIP Pío Cabanillas, por su parte, comen los 25 alumnos, pero no se ofertan actividades extraescolares tras el comedor.

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