La zona que abarca desde Refoxos a Parada, en Silleda, estuvo vedada durante dos años, con lo que se convirtió en un excelente criadero de jabalíes no solo para la especie asentada en Trasdeza, sino también para los ejemplares que huyeron de la caza en Lalín. Esto, y la falta de desbroce en los montes cercanos, explica que los ganaderos de Laro, como Rodrigo Fernández, estén desesperados al ver cómo, cosecha tras cosecha, el cerdo salvaje entra en sus fincas para convertirlas en un páramo.

Este joven ayuda a su madre, titular de su explotación de 45 vacas en Pereira, y relata que el jabalí terminó revolviendo por completo la finca de dos hectáreas que sembró por segunda vez de hierba para tener un lugar donde pudiesen pastar sus animales. La parcela serviría de alimento a la vacas hasta febrero o marzo para, a partir de entonces, dejar que la hierba creciese y así disponer de silo. "No podemos cerrar la finca con pastor eléctrico, porque son dos hectáreas de parcela. Es más, algunos vecinos sí colocaron pastor en sus predios, pero esto ya ni siquiera espanta al jabalí", relata este vecino. Los destrozos en el prado no solo implican que la familia tendrá que adelantar el uso del forraje que tenía almacenado para los días más crudos del invierno, sino que también el silo que se haga en esa finca va a ser de una calidad muy inferior. "En una finca de maíz, las espigas que tocó el jabalí ya no van al silo, quedan sobre el suelo, pero en un prado se aprovecha de todo, de modo que la hierba se mezcla con esa tierra revuelta", apunta Fernández. Desde Unións Agrarias se indica que los destrozos de esta finca en Laro son idénticos a los que se producen a diario en diversos puntos de la comunidad gallega, por lo que urge a la Xunta que pague los daños en un año especialmente duro para el sector.