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Evolución de las incapacitaciones temporales de los trabajadores

El paro y la reforma laboral reducen el número de bajas por enfermedad un 16% en seis años

La cifra de ausencias descendió en 14.706 entre 2011 y 2016 en la provincia y el gasto en subsidios del Estado cayó de los 140 a los 128 millones -Las afiliaciones caen en 2.300 por la crisis de la construcción y la industria

Trabajadores en las obras de humanización de la calle Matemático Rodríguez. // Bernabé/Javier Lalín

Los trabajadores de la provincia tuvieron que acogerse el pasado año a un total de 75.571 procesos de baja laboral, es decir, un número mucho más reducido que hace seis años, cuando esta cifra ascendía a 90.277 bajas por incapacidad temporal, o lo que es lo mismo, un 16,2% menos. De hecho, el gasto del Estado en los subsidios por incapacidad temporal también cayó notablemente entre 2011 y 2015, pasando de 140,6 millones en 2011 a los 128,7 que se dedicaron a esta cuestión en 2015, es decir, 11,9 millones menos.

Es decir, hay muchas menos bajas laborales y, como es lógico, el gasto en subsidios también es mucho menor. ¿Y a qué se debe este descenso? Ramón Vidal, secretario general de Unión General de Trabajadores en Pontevedra, señala que hay dos grandes explicaciones para este comportamiento: La evolución del propio empleo y del paro en los últimos seis años y la reforma laboral del Gobierno de España.

La primera explicación es lógica. A lo largo de este ciclo se puede comprobar que la caída en el número de procesos de incapacidad temporal se corresponde también con una importante caída en el número de trabajadores afiliados a la seguridad social coincidiendo con los peores momentos de la crisis económica. En 2011 el número de bajas ascendía a 90.940 pero el número de trabajadores afiliados ascendía a 273.940. Así, a medida que la Seguridad Social perdía trabajadores con la crisis, consecuentemente el número de bajas tramitadas también se reducía enormemente. En 2012 se pasó a tan solo 70.504 bajas con 258.681 trabajadores afiliados, y el punto más bajo llegó en 2013 con 247.893 afiliados y 65.854 bajas en todo el año.

De hecho, a raíz de la leve remontada económica y a medida que se va recuperando el número de ocupados vuelve a crecer el número de incapacidades temporales tramitadas. Así, en 2015, por ejemplo, las afiliaciones crecieron hasta las 264.310 y las bajas ascendieron de nuevo por encima de las 71.000, lo mismo que en 2016 cuando se alcanzaron 270.000 cotizantes y las 75.571 bajas antes indicadas.

Sin embargo, mientras la caída en la afiliación fue de un 1,71%, el descenso de procesos de incapacidad temporal es mayor porcentualmente, de un 16,2% antes mencionado. ¿Hay algún otro factor que pueda tener relación con este descenso? Desde UGT Pontevedra creen que sí y señalan directamente a la reforma laboral operada en 2012. Aquella modificación legal introducía cambios en el Estatuto de los Trabajadores y se incorporaba como causa de despido objetivo las faltas al trabajo por enfermedad, aunque fueran justificadas, "es decir, se culpabiliza al trabajador de la baja", explica Ramón Vidal.

Así, recuerda el artículo 52 del Estatuto de los Trabajadores en el que se establece la posibilidad de despido objetivo "Por faltas de asistencia al trabajo, aún justificadas pero intermitentes, que alcancen el 20 % de las jornadas hábiles en dos meses consecutivos siempre que el total de faltas de asistencia en los doce meses anteriores alcance el cinco por ciento de las jornadas hábiles, o el 25 % en cuatro meses discontinuos dentro de un periodo de doce meses".

"Resulta evidente que frente a esta regulación muchos trabajadores no duden en acudir al trabajo enfermos, aún cuando la baja esté justificada por cuando los efectos son evidentes, y además las bajas son acumulativas al efecto de cómputo". Esta situación, señala Vidal, está produciendo un efecto todavía más perjudicial en cuanto a salud laboral, como pueda ser el hecho de que haya trabajadores que acudan de igual forma a sus puestos de trabajo pese a no estar en condiciones y por temor a ser despedidos. Además de posibles contagios y demás, en ciertos puestos, no contar con el 100% de las facultades y los sentidos puede poner en serio riesgo a compañeros o ciudadanos en general.

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