"En la naturaleza no hay recompensas ni castigos, hay consecuencias". Esta frase del abogado norteamericano Robert Green Ingersoll (1833-1899) resume a la perfección en qué ha derivado la situación de los montes gallegos y cómo puede ser el futuro de los mismos, si se pone en marcha una mayor prevención por parte de propietarios de terrenos y de las administraciones. Ayer, en torno a una docena de personas quiso dar el primer paso hacia una consecuencia que mude el actual manto negro de Cornoa, en Siador, por un futuro verde y oro.

La iniciativa, bautizada como Operación Cesta, lleva el sello de Carmen Carballude, que regenta un centro con el mismo nombre en Lalín y que es responsable de poner en marcha ya en varias ocasiones terapias que tienen muy presente las energías curativas de la madre tierra. Los asistentes acudieron a la cita pertrechados de semillas para frenar el arrastre de cenizas con las lluvias. "Sembramos centeno a la orilla del camino, ya que no es una especie invasiva y tarda días en brotar", señala Carballude, con lo que sus efectos de barrera se notarán ya antes de que llegue el invierno. No se plantaron árboles que no fuesen robles, ya que se quiere apostar por especies autóctonas. De ahí que también se rechazasen plantas ornamentales.

Carballude se plantea la posibilidad de hacer una nueva quedada después de primavera para, sobre todo, arrancar los posibles brotes de eucalipto. Eso sí, tienen claro que la actividad de este grupo de personas concienciadas no puede chocar con los intereses de propietarios de terrenos, así que no se entrará en fincas privadas donde haya eucaliptales. En este sentido, la charla de ayer también iba encaminada a concienciar a los dueños de estas parcelas, para que valoren si merece la pena cubrir el monte con especies de rápido crecimiento pero que, a cambio, suelen ser pirófitas.

El paseo por el entorno de Cornoa también sirvió para realizar labores de limpieza, pero de basura. "Los incendios dejaron al descubierto vertederos ilegales, y ya llenamos más de saco y medio con residuos metálicos" que se entregará en los sitios correspondientes para su reciclado. La falta de concienciación, pese al desastre ecológico de la semana pasada, es aún tan patente que los voluntarios de ayer se toparon con dos cajetillas de tabaco, que su dueño tiró al monte durante estos últimos días, sobre un suelo negro en el que, por cierto, aún quedan rescoldos en algunas zonas. "Si no llueve pronto, es posible que se reavive alguna llama, porque hay zonas candentes en el compost", explica Carballude, que desea mostrar su agradecimiento por el respaldo a una propuesta que motivó hasta mensajes de apoyo desde fuera de la comarca.