Entre las hipótesis de por qué se quema el monte, durante años se barajó que una de las causas era para obtener mejores pastos. Fuese verdad o no, lo que provocó fue la prohibición de pastorear en los terrenos ardidos. No es la única damnificación que tienen que sufrir los ganaderos, porque además esas parcelas quemadas no pueden contabilizarse como base territorial para optar a las ayudas de la PAC. Así que lo que se augura a medio plazo, al no disponer de zonas de pastoreo, es un gasto mayor en piensos. Y encima, tampoco hay subvenciones para realizar desbroces, recuerda Román Santalla, que exige que se apliquen de inmediato ayudas económicas a los que necesitan reparar sus infraestructuras dañadas por el fuego. El decreto se publicó ayer en el DOG.