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Atentado contra el arte en una tierra de creadores

El conjunto escultórico de Sergio Portela de la Carballeira do Rodo está arruinado por multitud de pintadas y otros desperfectos

Otra de las pintadas. // Bernabé/Javier Lalín

El escultor pontevedrés Sergio Portela concibió en 2002 la obra Alquimia un espacio del Paseo do Pontiñas como un hecho diferencial para un entorno de robles centenarios. En plena naturaleza, el creador recurrió a materiales como el granito y el bronce para presentar un conjunto de piezas que semejan, con formas humanas y animales, figuras fantásticas. Éstas se habilitaron dentro o en las proximidades de dos grandes cubos de hormigón a modo de altares o elementos característicos rituales que poco después de ser colocados ya comenzaron a ser el objetivo de los vándalos.

Una vez que una sentencia judicial daba la razón a los dueños de una de las carballeiras de la Crespa, en Donramiro, el Concello, a mediados de 2008 el Concello acordó trasladar el conjunto artístico a otro hermoso enclave natural: la Carballeira do Rodo. Actualmente su estado de conservación es lamentable a consecuencia de los actos vandálicos. Los sprays de colores invaden gran parte de los dos cubos de hormigón situados en esta espacio público de una zona ya integrada dentro del núcleo urbano lalinense.

Dos años antes el artista había presentado una denuncia ante la Policía Local por el abandono en el que se encontraba su conjunto escultórico, entonces todavía al lado del Paseo do Pontiñas. Portela, en 2003, ya había advertido de que a una de la piezas de bronce le había sido arrancada una parte, además de incidir en que la exposición de las mismas sin aparente control o vigilancia podría facilitar el robo de algunas.

Si en las estructuras de granito ya se habían realizado algunas pintadas en su emplazamiento anterior, ahora en O Rodo la imagen que ofrecen es desoladora. Pintar el mobiliario urbano es algo que supera el mal gusto, pero cuando se trata de obras de arte el acto vandálico demuestra el escaso respeto de algunos por el trabajo de, en este caso, un artista. Tanto en el exterior de los cubos de hormigón como en su interior pocos centímetros quedan sin estar dañados por estas pintadas, aunque la pintura también fue vertida en alguna de las singulares piezas de bronce.

Con la llegada del otoño, O Rodo ofrece hermosas imágenes de las distintas tonalidades de las hojas caídas, que contrastan con estas pintadas. En un lugar que presume de ser tierra de artistas, el respeto por el arte a algunos les cuesta asimilarlo.

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