Al entrar en Doña Maruja es complicado no sentirse como en casa en un instante. El proyecto de Tuni López llevaba mucho tiempo en su cabeza, hasta que las circunstancias fueron las adecuadas para llevarlo a cabo: "estuvimos más de un año buscando un lugar con estas características, porque queríamos que fuera muy acogedor", cuenta. La diseñadora de interiores, Julia Otero, fue la encargada de plasmar el ambiente que buscaban, que mezcla y bebe de otros lugares que Tuni y su mujer, Rebeca Rodríguez, han visitado a lo largo de su vida, además del gusto propio. El establecimiento cuenta con tres alturas, a las que sus dueños tuvieron que adaptarse a la hora de crear el espacio, pero que les ofertaba la oportunidad de construir diferentes ambientes sin que resultara chocante. Su dueño cuenta que querían darle un aire industrial, pero que Lalín pedía un aire menos vanguardista.
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