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Hechizos de encanto al borde de un molino

Un viejo molino reconstruído como restaurante, limitando con tres provincias // Bernabé/Javier Lalín

La vieja casa de un molinero que sirve de punto de encuentro para la frontera entre tres provincias (Pontevedra, A Coruña y Lugo) fue lo que cautivó a Beatriz Sarandeses para crear Muíños Enmeigados. Lo que un día fue la cuadra fue reconvertido en comedor, mientras que la vivienda de la primera planta alberga ahora la barra con zona de bar. Su ambiente tiene muy presentes a las brujas, como un homenaje a la tradición gallega, y fue decorado por sus propietarios. Hace 7 años que Beatriz regenta el lugar, que ofrece comidas tradicionales con sabor de casa, como tortilla o croquetas, y están especializados en raxo. El lugar tiene capacidad para 50 personas y también alberga banquetes. La clientela centra su atención en el molino, que se encuentra totalmente restaurado y también en el juego del cambio de provincia instantáneo: "les hace mucha gracia aparcar en Pontevedra, tomar algo en A Coruña y caminar hasta Lugo", comenta su dueña. En el exterior, el público puede disfrutar de un baño en la presa del río y embelesarse con la naturaleza que lo rodea.

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