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La residencia que no pudo ser porque las puertas resultan estrechas para camillas

Bernabé/Luismy

Ya en 2001, el entonces alcalde Manuel Costa Casares tenía serias dudas de que la residencia de Agolada pudiese funcionar algún día como tal. El edificio se había construido diez años atrás, con dotaciones para 15 plazas de mayores. Pero uno de los fallos del inmueble era que las puertas de las habitaciones resultaban demasiado estrechas como para que pudiesen entrar las camillas con personas dependientes, o que los ascensores tampoco resultan adecuados. Y así hasta hoy. Es cierto que una área del edificio sí funciona desde comienzos del siglo como centro social de los mayores (tal y como reza en la fachada), pero la falta de presupuesto impide que el Concello pueda acometer estas reformas. De hecho, la última inversión que se hizo en la residencia fue en 1996, como indica el exconcejal Xosé Ramón Blanco. Que conste que al edificio no le faltaron pretendientes: en 2007 hubo un intento fallido de apertura de la mano del Consorcio Galego de Benestar, y en 2011 la empresa Enxebre (de Rodeiro) también se interesó por esta dotación. En 2014, dos mujeres que trabajaban en una residencia para personas mayores en O Irixo, también contactaron para ver qué posibilidades había de apertura.

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