El alcalde en funciones de Silleda,, Klaus Brey, y el regidor de Vila de Cruces, Jesús Otero, firmaron ayer el acuerdo de colaboración para reparar y conservar el puente de A Carixa, que comunica las localidades de Martixe y Merza y que sufre un deterioro importante en varios de sus sillares. Tras esta firma, Cruces remitirá toda la documentación el lunes a la Xunta de cara a acelerar el comienzo de las obras.

Aunque los daños del pontón se localizan en la zona que pertenece a Silleda, será el gobierno cruceño el que se encargue de solicitar, gestionar y justificar las subvenciones que se obtengan así como del proceso de contratación de ejecución de los trabajos. A su término, realizará un acto formal de entrega de las obras al Concello de Silleda. En cuanto a Trasdeza, deberá poner a disposición los terrenos necesarios, conceder las licencias de obra pertinentes y mantener la infraestructura donde se realice el acondicionamiento por lo menos durante cinco años.

El convenio puede resolverse por cuatro causas: por mutuo acuerdo de las partes, por no obtenerse las subvenciones que cubran la ejecución material, por vencimiento del plazo de vigencia o por denuncia unilateral, con un preaviso de tres meses. Otero, respecto a las subvenciones, reitera que se cubrirán con éstas los 130.000 euros que cuesta la intervención. Por el momento, ya está confirmada una aportación del Fondo de Compensación Ambiental, y tanto desde el BNG de Cruces como desde el gobierno de Silleda se están manteniendo contactos con la Diputación para que también contribuya con una ayuda. En el peor de los casos, si las subvenciones no cubriesen todos los costes, los dos gobiernos locales asumirían, al 50%, los gastos generados hasta la fecha de resolución del convenio.

El puente de A Carixa se construyó en los años 20, a modo de sustitución de otra pasarela que unía los dos municipios desde el medievo y que permitía a los vecinos de Martixe pasar al lado de Merza para utilizar un molino de agua. Desde hace semanas, su entorno permanece vallado para evitar que los usuarios del área recreativa se acerquen y puedan sufrir algún daño por el desmoronamiento de piedras.