El próximo 27 de agosto en la capilla de O Montserrat Odilo González González celebrará sus bodas de oro sacerdotales. Este padre pasionista natural de Donramiro lleva desde 1989 trabajando primero como misionero en la selva andina, y más recientemente como capellán en el Hospital Naval de Lima para la Armada peruana. El 30 de agosto tiene previsto coger un avión de vuelta en el aeropuerto de Barajas con destino a su tierra de adopción.

-¿Por qué decide embarcarse en la aventura de convertirse en misionero en una país como el Perú?

-Aquello es un mundo nuevo, nunca mejor dicho. Eso empezó pronto porque durante mi niñez en el colegio de los Pasionistas de Mondoñedo a donde venían los misiones del Perú cuando estaban de vacaciones. Así fue como comencé a saber del Perú desde los once años. Los misioneros nos presentaban su realidad, que para nosotros era toda una aventura. Fueron pasando los años, el Perú siempre fue para nosotros un país muy cercano porque los pasionistas estamos allí desde hace 104 años, sobre todo en la selva. La mayoría del tiempo que llevo allí estuve en la selva, aunque últimamente llevo un año y medio en Lima. Para mi la selva es algo que me quedó grabado.

-Cuando llegó allí, ¿era todo cómo se lo contaron o se encontró con una realidad distinta?

-La verdad es que fui voluntario. Llegó un momento, después de 23 años aquí en Galicia, en el que yo aspiraba a más y actualizarme en otra realidad distinta. Yo recorría las parroquias de la zona de Lalín, pero también de otras provincias de Galicia. Así que, fui voluntario y directamente a la selva peruana en la época del terrorismo. A los pocos días de llegar me fui al departamento de Tarapoto, donde el terrorismo de los años 90 de Sendero Luminoso y el MRTA estaban pegando muy fuerte. El más criminal, sangriento y ciego era el grupo de Sendero Luminoso porque su filosofía era la de barrer todo lo que fuera progreso para implantar una nueva filosofía comunista. Sendero Luminoso atacaba a los misioneros y a todo lo que tuviera relación con la Iglesia. Ahora, MRTA era un grupo que también mata, pero menos. Y además escogían a sus víctimas. Nunca se metieron con nosotros ni con la Iglesia.

-¿Cuál es la labor que realizan los pasionistas en el Perú?

-Nuestro trabajo en un país subdesarrollado no solamente consistía en el mensaje evangélico, que lógicamente es la base. El evangelio no sólo es teoría, también es práctica. Todo lo que sea mirar por el bien de la sociedad entra dentro de nuestra labor pastoral. Hicimos las primeras escuelas en la selva, los botiquines comunales en cada poblado para dotar a la población de medicinas, institutos y colegios.

-¿Reconoce y agradece el indígena esa labor de los misioneros?

-Es algo que siempre nos extrañó un poco. El indígena agradece nuestra labor, pero no sé si la valora suficientemente. Nosotros íbamos allí desprendiéndonos de todo, de la familia y de las comodidades. Por ser misioneros, nosotros no cobramos nada. Además, allí existe la idea de que los curas son ricos. Todavía queda mucho por hacer. Donde quieras que vayas en el mundo actual hay mucho por hacer, sobre todo en el refuerzo de los valores que están por el suelo. Vivimos en un mundo globalizado, y donde quiera que mires tienes mucho que hacer. Lo que hace falta es voluntad, desprendimiento y estar siempre disponible.

-¿Qué cree que le pasa a este mundo dominado por el relativismo en muchos aspectos?

-Ahora domina eso de que es bueno lo que a mi me parece bueno, y malo lo que digo yo que es malo. En el fondo, estamos desbancando a Dios, el creador. Y cuanto más el mundo margine a Dios estará más embarullado porque pierde el eje. Si falta el eje, el resto de las piezas terminan aflojándose. Querámoslo o no Dios es el creador. El nuevo orden mundial intenta desbancarlo para instalar las guerras, la corrupción y demás. Soy de la opinión de que en la medida en que el mundo actual quiera borrar el nombre de Dios y todo lo sagrado, se sentirá cada vez más solo y acabará enfrentando a los hombres unos contra otros.

-¿Le gustaría volver algún día del Perú para su tierra natal?

-Yo me hice ya a aquello porque son casi 30 años, y por otro lado la pastoral de aquí es muy distinta a la de allá. Allí la gente aún está hambrienta de Dios, mientras que en Europa lo tienen muy difícil los mensajeros del Señor para hacer su labor.