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Skaters de cuatro patas

Dos perras sorprenden con su manejo del monopatín en áreas de juego de A Estrada

Una de las perras maneja el monopatín que tomó prestado a un niño, junto al concello. // Bernabé/Cris M.V.

Tres niños juegan con sus monopatines en la plaza junto al consistorio estradense. Ven a dos border collie y se paran a acariciarlas. De repente, estas toman las tablas que los pequeños dejaron detenidas y empiezan a rodar, cual skaters profesionales. La escena fue real, y podría repetirse cualquiera de los días que Serafín López lleva a la villa estradense a sus perras Lúa y Kia para aprovechar los espacios enlosados de los que no dispone en su casa de Agar, y que ambas puedan entrenar.

"En la aldea no tengo sitio, pero cuando voy los miércoles, aprovechando que es feria, siempre las llevo a la plaza del concello, a la de la feria, cuando se marchan los tenderos, o junto a la iglesia" cuenta el dueño de los habilidosos canes, natural de Cuntis aunque ahora residente en el municipio estradense, de donde es su mujer.

Fue precisamente en A Estrada donde se les despertó la curiosidad por el monopatín, de la mano del grupo de jóvenes skaters que utilizan las inmediaciones de la estación de autobuses para practicar esta técnica. "Una vez fui a pasear por allí y a las perras les llamó la atención. Desde entonces, en cuanto ven los monopatines es una histeria; tengo que controlarlas", asegura. Tanto es así que López acabó comprándoles a sus particulares skaters una tabla, hace poco más de un mes en Vilagarcía, localidad donde trabajó los últimos años como empleado de Telefónica, hasta que se jubiló por enfermedad. Fue, precisamente, el hecho de contar con más tiempo libre lo que le animó a hacerse, primero, con Lúa -de cinco años- y después con Kia -de año y medio-, y a entrenarlas. Antes, junto a su mujer, ya era asiduo espectador de competiciones de agility y obediencia. Empezó a hacer cursos, se compró "un montón" de libros y no se perdía un capítulo de "El encantador de perros", de César Millán. "Me fui documentando y cuando vi que me podía defender compramos a Lúa", explica.

Cuenta que para él es un entretenimiento y "una vía de escape" a las preocupaciones. Apunta que el lugar de Outeiro, de donde es originaria su esposa, y en el que vive, es "el sitio idóneo" para trabajar con las perras por su "tranquilidad", aunque tiene otras limitaciones a nivel de infraestructuras, que trata de suplir con las plazas urbanas. Tras competir en agiliy "durante un par de años" y llegar "a la categoría máxima" a nivel autonómico, sus "limitaciones físicas" le impidieron continuar.

Ahora dice no entrenar todos los días, pero las mantiene activas "y con nosotros van prácticamente a todos los sitios", cuenta. Además de a sus salidas al casco urbano de A Estrada se las lleva, por ejemplo, a las rutas de senderismo que realiza últimamente.

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