-¿Tiene aparcado el deporte?
-Yo empecé haciendo tenis, y por eso todos me llaman Moyá. Era la época en la que jugaba Carlos Moyá, y cuando la gente pasaba por la pista donde jugaba me gritaba ¡Dale Moyá! De hecho, cuando me inicié en la música era así como me llamaba porque casi mi madre también me conoce por ese nombre. Después cambié el nombre artístico por el de Mo Now, que es lo mismo pero en inglés. Y como no me quiero despedir del nombre de Moyá, todavía le estoy dando vueltas al nombre que me voy a poner definitivamente.
-¿También dejó el rugby?
-El rugby lo dejé un año porque estaba en Ourense estudiando y no daba hecho. Pero en septiembre tengo que volver al rugby por mi cuerpo y por mi mente porque me di cuenta de que me ayudaba mucho. Llegaba el viernes, iba a entrenar y descargaba un poquito, y el sábado jugando descargaba toda la mala leche acumulada durante la semana. Ahora no lo estoy haciendo, y tengo que reconocer que lo noto mucho.
-Desconocía esa capacidad terapéutica del rugby...
-El rugby es muy noble y es un deporte extraño. Ya sólo por el tercer tiempo merece la pena jugar a él. Es precioso porque si magnificas todos los códigos que se manejan en el rugby tienes al ser humano tal cual, con combate limpio y el trato que tienes que tener con el árbitro, mejor incluso que el que tienes con tu padre. De todos los deportes que practiqué es el que más me gusta. También estuve en el Conservatorio durante unos años para hacer saxofón. En el rugby juego de ala y de zaguero, prefiero jugar de zaguero porque hacerlo de ala se propio del novato, el que no pinta demasiado en el equipo. Tengo que volver en septiembre por necesidad mental y física, y ahora con las novedades de la directiva de Andorrano seguro que el club va a ir hacia arriba porque, ¿qué mejor que la gente que lleva tantos años para llevarlo? La verdad es que en el Coreti somos todo un equipazo.
