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Juan Luis Blanco Valdés: "La gente que deja de sonreír, de sentarse en las aceras y de hacer locuras envejece antes"

"En mi pregón voy a poner el acento en el retorno de los salmones, un hecho de una épica fantástica"

Juan Luis Blanco Valdés en su despacho de director de Publicaciones de la USC, en Santiago.

Admite que le cogió con cierta "sorpresa" su elección como pregonero de la XLIV Festa do Salmón de A Estrada, villa en la que nació, de la que su padre fue alcalde y que visita con asiduidad, aunque no tanta como le gustaría. Juan Luis Blanco Valdés promete hacer "un canto a la Naturaleza" en su discurso de apertura de la cita gastronómica del próximo domingo, día 21.

-¿Es un habitual en la Festa do Salmón?

-Pues, la verdad, no mucho. Lo fui. Pero claro, las primeras ediciones me cogían en la época en la que mi dedicación a las verbenas nocturnas era un plato de gusto para un joven de veintipico años. Luego la vida nos va llevando por otros derroteros, alejándonos, a pesar de que la distancia física sea insignificante entre Brión, donde vivo, y A Estrada. Pero sí que sigo la fiesta y la tengo muy presente. Estamos hablando de una de las fiestas gastronómicas de referencia, de más solera, de las que se celebran en Galicia.

-¿Tiene ya el pregón preparado?

-Sí, la base está preparada. Voy a hacer un canto a la Naturaleza y poner el acento en el retorno de los salmones, que en primavera es un hecho de una importancia, de una belleza y de una épica absolutamente fantástica. No va a ser una intervención muy larga; calculo que veinte minutos.

-¿Viene con frecuencia a su tierra natal?

-No con tanta asiduidad como me gustaría. Tengo muchísima familia en A Estrada. Pretendemos que se mantenga el contacto y que ese vínculo no se pierda. Por otro lado, y lo digo con todo el orgullo, sigo militando de estradense. A Estrada es una gran villa, uno de los concellos de Galicia preponderantes, emprendedores y dinámicos, ricos en cultura y en personalidad. Y, ya que se me brinda la oportunidad, digo públicamente que es una pena que no se remate la autovía desde Chao do Río hasta A Estrada. Cada vez que veo al alcalde se lo recuerdo.

-Está vinculado al Museo Reimóndez Portela y es coordinador de la edición de la revista "A Estrada Miscelánea Histórica e Cultural"...

-La gente en A Estrada es especialmente dinámica y me siento vinculado a varios proyectos. Soy miembro del patronato del museo desde el año 2001, en substitución de mi padre, Mario Blanco Fuentes, y colaboro muy estrechamente con el director de "A Estrada Miscelánea Histórica e Cultural", Juan Andrés Fernández Castro. Le dimos una vuelta al diseño de la revista y montamos la plataforma digital, con A Estrada Dixital y el apoyo del Concello y del alcalde, una persona por la que siento un gran afecto y respeto personal y profesional porque creo que es un gran regidor y lo está haciendo muy bien. Ahora todos los ejemplares de la revista están en acceso abierto en versión digital en un magnífico portal del que tenemos que sentirnos orgullosos.

-Desde la óptica de una ciudad como Santiago, ¿cómo ve la evolución de A Estrada? ¿Cambió mucho con respecto a la época en la que su padre era alcalde?

-¡Caray si mudó! Ahora es una pequeña ciudad en la que, por lo que veo, se vive bien. Comparada con la Estrada que dejé en los años 70, no hay quien la conozca. Iniciativas lúdicas y gastronómicas como la Festa do Salmón contribuyen a este impacto y relanzamiento no solo en A Estrada, sino a nivel de Estado. Pertenezco a una corporación estatal en la que estamos todos los editores universitarios y cuando digo que soy de A Estrada no tengo que añadir la provincia. Es una villa de gran proyección.

-¿Que recuerdos guarda de su infancia en ella?

-Hasta los 17 años en que me marché a la universidad viví en A Estrada. Sigo creyendo que tengo mucho del niño que nunca dejé de ser. Este "piterpanismo" militante en el que me siento muy cómodo -porque creo que la gente que deja de sonreír, de sentarse en las aceras y de hacer locuras envejece prematuramente- está muy vinculado con mis recuerdos de A Estrada. Hasta los nueve años viví en una casa en la que había muchas mujeres: mi madre, una tía soltera y mi abuela. Mi padre fue alcalde desde el año en el que nací hasta que tuve once. Apenas tengo recuerdos de papá si no es llegando por la noche muy cansado de todo el día en la Alcaldía. Los recuerdos son de una casa de la postguerra de principios de los años sesenta en la que había un brasero, los cables de la luz eran de tela y los interruptores eran llaves de cerámica. Un mundo totalmente desconocido al que también voy a hacer referencia en el pregón. Estudié en el Grupo Escolar José Antonio, donde ahora está la Casa das Letras, y en Instituto Nacional de Enseñanza Media, que, por cierto, creó mi padre en el año 67.

-¿Qué rincón de A Estrada elegiría para ejercer una de sus pasiones, la lectura?

-Tengo un recuerdo maravilloso de la alameda porque, además, vivíamos al lado, en Serafín Pazo. Echaba la vida jugando en los jardines. Y allí hay dos rincones a los que tengo muchísimo afecto. Uno es una fuente pequeña que había delante de la pajarera y el otro el palco de la música. De modo que el rincón ideal para leer sería un banco de la alameda sentado a la sombra en una tarde de verano cerquita del palco de la música.

-¿Y con qué libro en las manos?

-Con el que estoy leyendo ahora, por ejemplo: "Amores en Fuga", de Bernhard Schilink. O con cualquiera de Carlos Casares. Estos días releeré "Vento Ferido".

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