-Siendo sobrino nieto del periodista Roberto Blanco Torres estaba predestinado a las letras...
-Sí hubo influencia. Mi padre heredó la biblioteca de mi abuelo, Mario Blanco Torres, que era hermano de Roberto, y de él pasó a mí. Tengo libros dedicados, de puño y letra, por Ramón Otero Pedrayo, Antón Vilar Ponte, Castelao... Estoy hablando de casi 3.000 obras, de modo que sí, pienso que lo llevábamos en los genes. Me dediqué a la Filología y en la vida me arrepentí de haberla elegido, de haberme dedicado al humanismo, que en el contexto de la sociedad actual y, especialmente de la universidad, tiene que recuperar muchas esencias perdidas, muy erosionadas por ideas absolutamente espurias, como la rentabilidad económica, la tecnología y este hipercapitalismo enloquecido que no sé a dónde nos va a llevar. Creo que me dediqué a mi vocación, que son los libros, las letras y la cultura, siguiendo esa estela de Blanco Torres, y también de mi padre, lo que pasa es que él era más vago para escribir. Pero mi padre hubiera sido un gran narrador y un gran escritor.
-Hábleme más de ese tesoro literario que heredó.
-Son libros desde finales del siglo XIX hasta no mucho más allá de la década de los treinta. Están mal encuadernados, en pésimo estado, porque en España empezó a editarse medianamente bien a partir de los años 50 o 60. Son libros con un papel malísimo, pero hay verdaderas joyas. Hay primeras ediciones de Freud, de Castelao, números originales de la "Revista de Occidente", etc.
-¿Se está cuidando suficientemente la proyección de la historia y la cultura estradense?
-Pocas villas de España pueden presumir de tener un anuario como el de A Estrada, con una web digital. En Galicia solo conozco el "Anuario Brigantino" de Betanzos. Claro que desde el museo se podrían hacer muchas más cosas y podría haber más apoyo económico por parte del Concello, pero, lógicamente, tiene otras prioridades. Pero, sinceramente, estamos en el buen camino de la defensa y de la memoria de la cultura de A Estada.
