"A las ocho de la tarde parecía un diluvio", la lluvia no daba tregua. Por eso, los organizadores de la emblemática Procesión das Antorchas en honor a la Virgen de Fátima de la parroquia estradense de Curantes -Antonio Romero y José Manuel Vede hijo (que tomaba este año el testigo de su padre, el que fuera durante años fiel colaborador de Romero en esta cita festiva)- miraban al cielo implorando clemencia. Se temían que las precipitaciones diesen al traste con sus preparativos: proyectaban realizar la procesión como marca la tradición, iluminando el trazado con antorchas. Proyectaban iluminar 1,5 kilómetros con medio centenar de antorchas. No fue posible porque, al finalizar la misa -solemnizada por el coro parroquial- el cielo seguía encapotado y amenazaba con llover pero, según relata Romero -que ya el viernes esperaba que "la Virgen interceda para poder salir tras todo un año encerrada"- se obró el milagro. La lluvia dio una tregua "el tiempo justo" para completar una versión reducida de la procesión en torno a la iglesia.

Iba iluminada y a hombros de sus fieles, uno de ellos un incondicional procedente de Carballo. Él y su familia acuden a esta cita cada año, como otros muchos devotos de A Estrada, Olives, Rubín, Pardemarín y Callobre, entre otras zonas, para compartir esta cita con los vecinos de Curantes.Todos pasaron bajo la santa al entrar de nuevo a la iglesia, donde se apagaron las luces y con la imagen iluminada se le cantó el Ave María.