-¿Cómo se enteró de que su administración había sellado el boleto agraciado?

-Nos enteramos a las nueve y pico de la noche por un señor que nos llamó por teléfono. Es un señor de Zamora que tiene un hobby muy especial: se dedica a ver los números premiados y a través de Internet, ve la localización del boleto. Entonces, nos llamó para darnos él la noticia porque suele hacerlo todos los días para ser el primero que comunica el premio. Al principio no se lo creíamos, porque como no era de la administración de Vigo a la que pertenecemos. Pero una vez que me metí en Internet y vi la página fue un subidón y una alegría enorme. La verdad es que estamos muy contentos.

-¿Es la primera vez que da un premio tan alto?

-Llevamos 40 años con la administración. Somos la segunda generación que lo regenta. En 2002 dimos 250.000 euros.

-¿Fue a un vecino también?

-No lo supimos, porque como estamos a pie de carretera y es un sitio de mucho paso y tránsito nunca supimos nada. Nunca nos llamaron, pero muy contentos igual por dar el premio en aquel momento.

-¿En Forcarei se juega especialmente a la Lotería?

-Sí. Aunque es un pueblo pequeño se juega mucho y se sellan muchos boletos. Tenemos una clientela muy fija, muy fiel y, al final, somos como una pequeña gran familia. Estamos contentos porque seguro que se lo dimos a alguien que se lo merecía.

-¿Qué supone para su administración el haber dado este premio?

-Estamos en una carretera general, es un sitio de paso. Al final somos un pueblo que también vivimos bastante de la gente que pasa por él. Para nosotros supone, a lo mejor, un incremento de las ventas de productos como el café, pero lo más importante es que se va a seguir jugando y que genera ilusión a la gente, que hasta ahora siempre nos vacilaba con que no dábamos un premio. Llevábamos muchos años sin darlo y ahora ya tenemos un aliciente más para que vengan aquí a sellar los boletos.

-Comenta que llevan 40 años con la Administración y que son la segunda generación. ¿A qué se debe el nombre del local?

-Antiguamente éramos panadería, pero lo dejamos hace años. Nuestro negocio está basado en los bocadillos, en la venta de pan y en las pizzas de ibéricos. La administración la cogió mi suegro en el 78 o en el 79. Luego él se retiró, pero segumos con la tradición.