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Un ara votiva en la ermita de Graba

Correspondería a los siglos II o III y en 1902 fue donada por el primer Marqués de Riestra al Museo de Pontevedra

Capilla de Santa María, donde se encontró el ara

La feligresía de Santa María de Graba, perteneciente a la antigua jurisdicción de Trasdeza, Ayuntamiento de Silleda, partido judicial de Lalín, se halla situada en el valle del río Toxa y su topónimo procede de las minas usadas en la zona desde la romanización de Galicia para extraer varios materiales entre ellos la grava para los caminos. En sus términos fue hallada un ara votiva dedicada a los Lares Viales, dioses protectores de los caminos y de los viajeros, que contiene una inscripción romano-pagana. Es una pieza de granito que mide 655x380 mm y las letras miden por término medio 70x40 mm.

En la revista bimestral, dirigida por Antonio López Ferreiro, "Galicia histórica", nº 2 de septiembre del año 1901, el sacerdote e historiador Eladio Oviedo Arce, hace una descripción e interpretación del ara de los Lares Viales que en esa fecha todavía se conservaba en la capilla de Santa Mariña de Graba. La lectura del ara no ofrece dificultad, ya que las siglas que contiene, corresponden a las formulas comunes usadas en el estilo lapidario de los últimos siglos de la Roma pagana.

La inscripción del ara dice así: L ARIBUS VIALIBUS ARA. PUBLIUS OPTATIUS VOTUM SOLVIT LUBENS MERITO (Ó LIBERO MUNERE), que traducida al castellana dice: Ara dedicada a los Lares Viales. Publio Octatio cumplió su voto con ánimo complacido.

La principal dificultad que presenta el ara de Graba es señalar la fecha de su construcción. Teniendo en cuenta la forma de las letras de la inscripción A, M y principalmente P y V, la forma angulosa y los trazos curvilíneos, la ortografía, la dedicación a los dioses de los Caminos, con la circunstancia del lugar en donde se descubrió esta ara, los historiadores piensan que la inscripción corresponde a los tipos de letras de la epigrafía romano-pagana de la época de la decadencia en Galicia (siglos III y IV), según estos argumentos establecen que la fecha más verosímil del ara, estaría entre los siglos II y III Después de Cristo.

En Galicia son abundantes las lapidas consagradas a los Lares Viales, que debieron tener bastantes devotos, a juzgar por algunos nombres geográficos que se conservan, como Bealo, Vialo, Vian, Beariz o Viaris; además esta ara de Graba ofrece unos datos muy interesante para conocer las Vías Romanas en la región gallega, saber detalladamente los rumbos que ha seguido la conquista militar, política y económica de Gallaecia por los romanos y también la conquista evangélica de las gentes galaicas por los apóstoles del Cristianismo. En el terreno religioso convivieron las divinidades traídas por los vencedores y las prerromanas, produciéndose, en muchos casos, una asimilación, de los dioses celtas, por los traídos por los romanos.

Los romanos, para asegurar el dominio y el control del territorio y así garantizar la producción minera, construyeron una compleja red viaria, que atravesaba Gallaecia, que comunicaba Bracara Augusta (Braga) y Asturica Augusta (Astorga), por varios itinerarios: la vía XVIII o vía Nova (por Sandiás), la vía XIX (por Caldas de Reis) y la vía XX (por Brigantium), en donde desembocaban infinidad de vías secundarios.

Hay que resaltar el lugar en que fue hallada el ara, porque Graba pertenece a Trasdeza y por el linde de esta tierra discurría la citada gran vía militar terrestre de Braga a Astorga, por Lugo, indicada en el Itinerario de Antonino o Itinerario de Antonino Augusto Caracalla, documento de la Roma antigua, que se supone fue redactado en el siglo III, en el que aparecen recogidas las rutas del Imperio Romano. En la vía militar XIX desembocaba un ramal que salía de Cuntis, atravesaba A Estrada, pasaba por la parroquia de Graba, como se deduce del ara dedicada a los Lares Viales, hallada en la ermita de Santa Mariña de dicha parroquia. De aquí conducía al famoso Campomarzo (cerca de A Bandeira) en donde existió, sin duda, un antiguo campamento romano y donde se encontraban algunas canteras abundantes en serpentina. Puede pensarse que esta lapida de Graba, es el testimonio de la existencia de esta Vía secundaria, ramal de la principal arteria de la civilización y del dominio romano en Galicia. Este ramal podría estar relacionado con las cercanas explotaciones mineras que existieron en esta zona en tiempo de los romanos en Galicia. Esta vía atravesaba el Deza, en Ponte Taboada (con un punte probablemente de madera), seguía por tierras de Santiso, Bermés, Cadrón, Monterroso, para cruzar el Miño y enlazar con la vía de Braga a Astorga. Esta vía atravesaba el Deza, en Ponte Taboada (por un punte probablemente de madera), seguía por tierras de Santiso, Bermés, Cadrón, Monterroso, para cruzar el Miño y enlazar con la vía de Braga a Astorga.

En septiembre de 1901, todavía el ara votiva se encontraba empotrada en la parte baja de la pared del ábside de la ermita de Santa Mariña, en dicha parroquia de Grava, lo que indicaría la existencia de una anterior construcción romana, un templo o una villa que haría la función de control del camino. En el año 1902 fue donada por el primer Marqués de Riestra al Museo de Pontevedra, del que fue un gran protector. Los lares eran deidades romanas hijos de Lara, una de las náyades y el dios Mercurio, cuyo origen se encuentra en los cultos etruscos a los dioses familiares. Los lares fueron los dioses romanos, que junto con Júpiter, tuvieron una mayor aceptación en las provincias hispanorromanas y de manera especial en el noroeste peninsular. Los Lares Viales eran dioses que protegían los caminos, dioses a los que los caminantes galaico-romanos en sus viajes adoraban y pedían protección sobrenatural. Los romanos rendían en las encrucijadas de los caminos cultos a los Lares, divinidades de culto menor, que favorecían y acompañaban en la relación de los hombres con lo divino y que se mostraban a estos en los cruces de los caminos. Estos lares protegías a los viajeros y les llevaban por el buen camino salvándolos de bandidos y demás peligros. Durante la época de Octavio Augusto, en las nuevas vías abiertas tras la conquista de los territorios del Norte de España, fue cuando se establecieron los Lares Viales, que se encargaban de prestar protección a los viajeros que transitaban por estos caminos. Los templos dedicados a estas divinidades estaban emplazados en los cruces de caminos y en algún caso próximos a puentes sobre ríos.

En la antigua Gallaecia, existió una gran concentración de elementos epigráficos dedicados a los Lares Viales. De los 44 altares dedicados a los Lares Viales en todo el Imperio Romano, 36 de ellos se han encontrado en el noroeste peninsular y de estos 27 en territorio del antiguo Conventus Lucensis. De estos, cinco aras con inscripciones dedicadas a los Lares Viales, se encontraron en la provincia de Pontevedra, en Caldas de Reis, San Xulián de Requeixo (Pontecesures), Catoira (Valga), Adro Vello ( O Grove) y en Deza, se encontró el ara de Graba (Silleda) y también posiblemente la de Santa Baia de Camba (Rodeiro), muy fragmenta y que carece de inscripción, aunque conserva los "tres fóculi" característicos de estas aras. La proliferación en Gallaecia de estas deidades se puede asociar a la pervivencia de creencias prerromanas locales que fueron adoptadas por la nueva religión que trajo Roma. Los Lares se encuentran entre las divinidades que tuvieron una mayor aceptación en la Gallaecia romana. Castelao en su trabajo "As cruces de pedra na Galiza" nos ilustra sobre estas divinidades: " As remanencias do culto vial teñen, de seguro, un orixe autóctono, aínda que os nosos deuses morreran asoballados polos números romanos. As calzadas militares de Roma enguliron a vida dos camiños galegos e por eles entrou a morte con roupaxes diferentes".

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