Reconoce que es un hombre que está "en todas las salsas", pero que hace lo que puede para poder atender a todas sus obligaciones, tanto profesionales como cívicas. Javier López Cuiña lleva años vinculado a distintos colectivos sociales de Lalín, y es un ferviente defensor del patrimonio cultural, ecológico y etnográfico de Deza.
-Usted no es el único de su familia que se muestra concienciado con la ecología, ¿hay algún gen en los López Cuiña que lo explique?
-Si lo dices por mi hermano Paco, pienso que coincidió así. Recuerdo que desde pequeño siempre me interesé por esos temas, es una afición que tengo y la página que tengo la empecé como algo para mí. Pero, al igual que mi hermano Paco, ando mucho por el monte y aprovecho para llevar la cámara. Como tenía mucho trabajo amontonado en casa, incluso con clasificaciones de especies porque también me gustó la botánica desde siempre, decidí publicarlo a nivel comarcal de manera más seria. Lo catalogué bien, más que nada para compartir el trabajo y así empezó todo. Lo primero fue un pequeño blog, luego como vi que a la gente le interesaba, decidí pasarme al Facebook para publicar entradas, y veo que a la gente le interesan estos temas. Lo que quiero es divulgar la biodiversidad de la comarca y que la gente vea que debemos conservarla.
-¿Cuál cree que es la actuación ecológica más urgente hoy en día en la comarca de Deza?
-Reconozco que en estos momentos, el Concello de Lalín dio un paso adelante y se nota que tienen una política ambiental distinta a la que había antes. Todavía queda mucho por hacer, pero bueno veo que una de las problemáticas grandes que hay, como en todos los sitios, es la de la concienciación de la gente. Hay muchos problemas que resolver porque estamos viendo todos los días que hay vertederos incontrolados o explotaciones agrícolas con vertidos a los ríos, pero pienso que lo primero es la educación. Sobre todo en los colegios, donde debería de existir una educación medioambiental, y que saquen a los niños al monte y que vean lo que tenemos. A partir de ahí, se empieza a concienciar a la gente porque pienso que en unas generaciones esto podría cambiar. En Lalín sí hay conciencia ambiental, hay mucho gente que cada vez más se implica en eso, y lo vemos con lo de las Fragas de Catasós, e incluso antes con lo de la incineradora. También hay mucha gente divulgando, como Presas o Martiño Nercellas, entre otros. Sin embargo, se echa de menos una asociación ecológica propia en la comarca como era Sobreira, que hizo un trabajo espectacular a finales de los años 80 y 90 del siglo pasado.
-¿Qué le parece iniciativas como la de los administradores del perfil de Facebook "Natureza E Patrimonio Deza"?
-Aún queda mucho por hacer, pero la gente de ese perfil, que no sé quién la lleva, está haciendo una buena labor de concienciación. Es bueno hacerlo visible para ver si esto cambia para mejor.
-¿Hay un antes y después de Catasós en ese proceso de concienciación ecológico en la comarca?
-Es evidente que sí. Toda la campaña que se hizo y la visibilidad que se le dio a Catasós sirvieron para que la gente tomase conciencia de que hay que conservar algo por conservar lo que tenemos. Fue un revulsivo para que la gente espabilase, pero pienso también que cuando fue lo de la incineradora la respuesta resultó espectacular. Nunca pensé que en Lalín se iba a movilizar esa cantidad de gente, pero si explicas bien las cosas consigues que sean conscientes de lo que tienen y lo que pueden perder si no se movilizan. Hay que divulgar y educar porque hay muchas personas que no son conscientes de lo que hay.
-¿Le sorprendió ver a personas de todas las edades y sexos?
-Pienso que hubo unas generaciones perdidas para los que el tema medioambiental quedó en un segundo plano, y eso se viene arrastrando. Por ejemplo, veo a algún abuelo que tiene un sentido común hacia el medio ambiente que podría incluso parecer un ecologista casi radical, pero hay otras generaciones que no tienen ningún interés ni nada parecido.
