"Conté el de viajar a Madrid con cuatro socios de Prefabricados Deza y, desde ese momento, no volví a ver los billetes". Con esa frase quiso demostrar en el juicio que ayer se celebró en la Audiencia Provincial de Pontevedra su inocencia Benito T.B., acusado de estafar 170.000 euros a la cooperativa en el año 2013. De este modo trató de defenderse del delito que se le imputa al presunto autor de los hechos, para el que el Fiscal solicitó al término de las declaraciones una pena de 42 meses y un día de cárcel. Es decir, tres años y seis meses, lo que supone un aumento respecto a los dos años que se pedían en el señalamiento previo. Asimismo, también se solicita una multa de 6 euros al día durante ocho meses e indemnizaciones de 20.000 euros para cinco cooperativistas y de 10.000 para otro.

B.T.B. se definió como un "gestor inmobiliario dedicado a alquileres y a ventas de naves sin una empresa física, pero con una mesa en la Gestoría Andrade", aunque reconoció que la relacionada con Prefabricados Deza era "la primera" operación inmobiliaria que podía finalizar con éxito. Benito contactó con la cooperativa a través de José Mario B. Según el acusado, una empresa inversora se había puesto en contacto con él para adquirir una nave de similares características a la de Prefabricados Deza y, tras enseñársela a un representante de los posibles compradores (B.T.B. aseguró que la persona en cuestión respondía al nombre de Wanda), se acabó llegando a un acuerdo cuando otro de los representantes, Maximiliano, le llamó para concertar una primera reunión en Madrid, en la que se cerró un acuerdo de compraventa por un precio de 2,5 millones de euros ,"que fue modificado a 2,9". El acusado recibiría una comisión del 3,5% del montante final escriturado, "una vez se hubiese llevado a cabo la operación".

Dinero para la venta

Sin embargo, el representante Wanda del grupo inversor solicitó a la cooperativa que reuniesen en torno a 200.000 euros en efectivo como muestra que garantizase que los intermediarios iban a cobrar. Tras unos días en los que los socios aportaron capital propio para hacer frente a esa "garantía", B.T.B. "recontó" el dinero, como él y los estafados reconocieron, y acudió a Madrid junto a cuatro miembros de la empresa más. El acusado aseguró que ese momento del recuento fue el último instante en el que vio el dinero.

Durante el viaje a Madrid, los cuatro cooperativistas coincidieron en asegurar que los 170.000 euros fueron transportados en tres sobres diferentes. Una vez en el Hotel Cuzco, todos los testigos informaron de que cuando llegó el representante de los compradores, les pidió recontar el dinero en el baño. Al lavabo se desplazaron las tres personas que llevaban el dinero encima, aunque por petición de Wanda, solo se quedó J.M.B. Precisamente José Mario declaró: "Nunca llegué a perder el sobre de vista, pero me dio el cambiazo, no sé de qué forma. Todavía me lo estoy preguntado. Quizá llevaba otro idéntico en la manga".

Tras la comprobación, estaba previsto que esa misma mañana el grupo inversor hiciese inmediatamente una transferencia con la primera parte de la compra, pero esta no llegó. Unas horas después, Benito y los socios regresaron a Galicia y durante el trayecto, el acusado les incidió en la importancia de "no abrir el sobre para no echar al traste la operación", tal como relataron los estafados. De todos modos, Benito T.B. declaró que la reunión en el hotel fue la última vez que tuvo contacto con el grupo inversor.

En torno a un mes después, la cooperativa abrió el sobre y descubrió que en el lugar del dinero que ellos habían colocado, solo quedaban "folios en blanco". Preguntados por el motivo por el que se fiaron de B.T.B., alegan "la firma de un documento en el que se comprometía a hacerse cargo del importe si algo fallaba". Una documentación que el presunto estafador negó haber firmado en ningún momento.