La historia del calibre 6,35 milímetros de la pistola hallada en Lalín se remonta a los "períodos de grandeza" de las armas de aire comprimido en los siglos XVII y XVIII, con sus inmensos calibres y sus aplicaciones militares y cinegéticas. Posteriormente a este período, y en los inicios del siglo XIX, las armas de aire habían caído en desuso ante las dificultades de mantener un sistema de tiro en desventaja con las armas de fuego. En los años 80 del siglo XX la firma británica BSA decidió recuperar este calibre para su mercado en América para atender a la demanda de más energía. El uso de este calibre se ha extendido muy lentamente en Europa y tan solo desde hace pocos años se ha popularizado su uso.