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L.A.R. Legido, el enamorado de la batería

Inventor del aquófono, desvela hoy en A Estrada secretos de su lenguaje y sus performances

L.A.R. Legido, haciendo una "performance" con una hormigonera.

Su fama le precede. El baterista L.A.R. Legido es conocido por sus transgresoras "performances", que han definido su particular lenguaje a fuerza de mezclar la música del instrumento del que se enamoró de niño con el sonido del agua, con materia en movimiento caída de una hormigonera y hasta con las piedras de Santiago por las que arrastró su preciada batería tirada por un tractor. No fue un sacrilegio sino el tributo de este enamorado de la batería a su padre, un agricultor que le avisaba cada noche que salía música de batería en un programa televisivo.

Igual que su padre usaba un arado, él usó la batería para trabajar la música "desde lo idiomático y lo no idiomático". No es lo único que ha hecho sonar su batería. Aparte de baquetas, escobillas y mazas también se ha atrevido con juguetes, cadenas, garbanzos y arroz. Obtuvo así resultados sonoros y sentimientos rítmicos únicos, gracias al "amor a la imaginación" que hoy confiesa y que ya tenía siendo aun un niño, cuando con apenas 7 años se construyó su primera batería con bidones, latas de aceite y un bote de detergente Colón. Sonaban "fenomenal", recuerda.

Luego, ahorrando las 1.000 pesetas que cada domingo le daba su abuelo consiguió reunir las 80.000 que le permitirían adquirir su primera batería. La música "con poesía" y "rítmica" de Bruce Springsteen que escuchaba su hermano en el seminario le ayudó a soñar y las clases particulares del batería de Los Celtas Cortos y del actual director del Conservatorio de Valladolid, Diego Magdaleno, le permitieron mejorar. Entonces en el Conservatorio no se estudiaba batería pero a él le apasionaba y se fue a Madrid. Ingresó en el Centro de Encuentro para el Desarrollo de la Improvisación (CEDI) y allí -con su maestro Pedro López y otros artistas relacionados con científicos, pintores, escultores y profesores universitarios- conoció la historia y los movimientos artísticos del siglo XX.. Estar en el presente agarrándose al pasado es necesario para dar un paso hacia el futuro, explica. Y lo hizo. Inventó el aquófono, un instrumento de percusión con líquido del que tiene la patente, junto a Patxi Valera. El protagonismo de la batería en el jazz le aproximó a este estilo. "Donde más aprendí fue en Galicia". dice. Da clases en la Estudio Escola de Música de Santiago. Domina el soul, el flamenco y otros estilos pero, sobre todo, abrazó la "improvisación libre". Vivir de la música es duro. "Los políticos saben que los artistas" seguirán creando "sí o sí", apunta. Le apasionó la riqueza cultural de Galicia y se quedó, no sin antes irse a EE UU a impregnarse en Boston de "métodos, coordinación e independencia".

"Siempre he estado enamorado de la batería y sigo estándolo", asegura. Y ella nunca le ha fallado. Juntos han actuado por todo el mundo con numerosos grupos y artistas: Sumrrá, Pablo Seoane Trío, Mercedes Peón, Xosé Manuel Budiño... En 2013 su disco Alejandro Vargas Trío fue premiado con el Cuba Disco 2013. La próxima semana empezará a grabar otro con Alejandro Vargas y José Manuel Díaz y luego uno a dúo con Alejandro Vargas. Y viajará a 5 países de Centroamérica con Sumrrá en marzo. Pero antes estará en A Estrada, donde hoy impartirá un curso de batería en la escuela Musikenos, desvelando los secretos de su lenguaje y sus performances. Ahora sueña con fuego.

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