La parroquia estradense de Callobre despidió ayer a los tres miembros de la misma familia fallecidos en trágicas circunstancias el pasado domingo. María José Iglesias Otero, su marido, Manuel López Carbón -ambos de 55 años- y la suegra de éste, Amelia Otero Torres, de 92 años, recibieron cristiana sepultura en el cementerio parroquial tras la celebración de la misa de funeral conjunto, a la que asistieron numerosos vecinos y allegados.

Los tres féretros llegaron a la iglesia de San Martiño de Callobre alrededor de las cinco y media de la tarde, procedentes del Tanatorio San Pelayo de A Estrada, donde fueron velados -en la misma sala- desde la tarde del pasado lunes.

En el atrio y junto al portal de entrada al mismo esperaban desde hacía ya una media hora varios grupos de vecinos y allegados de la familia, que no quisieron perderse el último adiós a sus compañeros. Entre ellos, estaban también varios ediles del gobierno local así como el alcalde, José López Campos, que quiso sumarse a la despedida y arropar a los familiares, encabezados por el hijo y nieto de los fallecidos. Por otra parte, también acudió un equipo de psicólogos por si fuese necesario atender a los familiares, visiblemente afectados, así como varios jóvenes amigos y compañeros de estudio del huérfano.

El tañido de las campanas acompañó la entrada de los tres féretros, uno tras otro, en el templo, que se quedó pequeño para acoger a los asistentes. Muchos de ellos tuvieron que quedarse fuera y resguardarse, bajo los paraguas, de las lluvias intermitentes que cayeron durante la misa. Esta fue oficiada por cinco sacerdotes y presidida por el arcipreste de Vea y Tabeirós, José Antonio Ortigueira, quien también pronunció la homilía. En ella, aludió a la "fragilidad de la vida" y la necesidad, por ello, de prestar atención a "los valores" verdaderamente importantes.

"Cuando escuchamos sucesos como el que hoy nos ha traído aquí, estamos muy acostumbrados a pensar que esto es de gente de otros lugares, de que eso toca lejos, como si nosotros fuéramos impunes a eso, pero, de repente, acontece en una de nuestras parroquias, entre nuestra gente y entre nuestros vecinos, entre gente conocida, amigos, alumnos...", expuso el sacerdote, que aludió al sentido de la "compasión" y del "respeto del dolor", continuo.

Finalizada la misa de funeral, pasados quince minutos de las seis de la tarde, los féretros salieron por la puerta principal de la iglesia parroquial, un momento que enmudeció a los presentes. Anticipados por dos centros de flores -uno de ellos de su hijo- que portaban sendas mujeres, y a hombros de personal de la funeraria, enfilaron hacia el cementerio, seguidos del huérfano y de los familiares más cercanos, a los que sucedieron aún numerosos vecinos que quisieron acompañar a la familia hasta el último momento del sepelio.

Especialmente emotivo fue el instante de entrada al camposanto, desde la que se podía ver, a pocos metros, la vivienda, aún precintada, donde ocurrieron las fatales muertes durante la jornada del pasado domingo. La familia pidió celebrar esta última despedida en la intimidad, fuera del foco de las cámaras que también ayer acudieron a Callobre para recoger las imágenes del último adiós a los tres fallecidos. Estos fueron enterrados en el panteón familiar, en nichos contiguos y junto al marido de Amelia Otero y padre de María José Iglesias, José Iglesias López.

Con esta despedida, se pone punto y final a un suceso que conmocionó al municipio estradense y que lo situó en el punto de mira mediático, desde que el pasado domingo se descubriesen los cuerpos sin vida de María José Iglesias, su marido, Manuel López Carbón, y la madre de ella, Amelia Otero Torres. Según la investigación, la mujer se ahorcó en el galpón anexo a la vivienda -situada en el número 18 de lugar de A Riba-. Seguidamente, su esposo disparó mortalmente a su suegra y luego él se quitó la vida con la misma escopeta.

Quien dio la voz de alarma fue el hijo del matrimonio, de viaje en Portugal, preocupado porque nadie respondía al teléfono en su casa. Así es que avisó a una familiar y esta se acercó a la vivienda, pero no se atrevió a entrar y pidió a un vecino que la acompañase. Fue este el que, al parecer, encontró los cuerpos sin vida y avisó a los servicios de emergencias. A partir de ahí, las autopsias realizadas a los cadáveres concluyeron que las muertes del matrimonio fueron un suicidio y la de la nonagenaria, un homicidio.