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La mayor recompensa, a mitad del camino

Un peregrino malagueño que viaja con su burra y su perra hace parada en A Estrada ante el inminente alumbramiento del asno

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La mayor recompensa, a mitad del camino

Camina desde hace tres años siguiendo su "voz interior" y le acompañan su burra, Bruta, y su perra, Linda. El viaje personal de José Francisco Porras, un peregrino de 50 años que regresa a su Málaga natal, se ha detenido en A Estrada y no por una causa baladí. El cuadrúpedo, preñado, saldrá de cuentas este mes y un veterinario le ha aconsejado hacer un alto en el camino para dejar descansar al animal y que el inminente alumbramiento se desarrolle sin sobresaltos y con garantías de éxito.

Los tres forman "una gran familia" -según admite el caminante-, cada uno con su función. "Linda da la vida por el grupo, nos defiende de los lobos, de los osos y de todo este tipo de peligros que nos vamos encontrando y Bruta lleva la carga y me hace mucha compañía".

El asno le acompaña desde el inicio de su "terapia físico mental" -como él mismo la define-, que inició hace tres años. "La compré y empecé a andar por toda Andalucía. En Tarifa tuve una lesión; se me inflamó una rodilla y tuve que parar. Los vecinos me ayudaron mucho y cuando me curé dije: ahora, de aquí a Santiago". Y así fue como, en 2014, realizó su primer peregrinación a Compostela, cruzando por Portugal, camino que ahora repite, aunque con variaciones en la ruta.

El 23 de julio del pasado año emprendió de nuevo el trayecto desde su localidad, Cártama (Málaga). Pasó por Tarifa, Sevilla, Huelva y Portugal, donde estuvo dos meses. Ya en Tui, según explica, una concejala del ayuntamiento le ofreció cobijo, una acogida que, lamenta, siempre recibe. "Me ponen problemas por la burra, pero si no hay sitio para ella, no hay sitio para mí", sentencia, al tiempo que lamenta que uno de las especies animales más antiguas y que más ha contribuido al desarrollo de las civilizaciones carezca de una mayor consideración social. Tras llegar a Fisterra, está en la fase de regreso, pero en A Estrada ha encontrado también amparo y está encantado. "Un veterinario de Portugal me aconsejó que no caminase más mientras la burra no pariese", explica. Así es que, el animal descansa ahora en una finca en los alrededores del casco urbano estradense, gracias a la amabilidad de un vecino que le cedió una cuadra.

Será la primera vez que el cuadrúpedo, de nueve años, de a luz. "Estoy muy ilusionado. Parece que vaya a tener un hijo, estoy más emocionado que si fuese a ser padre", bromea. Es tal la alegría que, a pesar de viajar sin dinero, va a tratar de comprar una cámara con la que poder grabar el alumbramiento.

La hospitalidad recibida en la villa estradense le reconforta y, agradecido, espera poder prolongar su estancia, quizás, hasta la primavera, una vez que el animal-preñada de un burro andaluz- se haya recuperado. Entonces, serán ya cuatro en el camino. Paradójicamente, en su caso, la mayor recompensa la tendrá a mitad de trayecto.

Otro de los proyectos que tiene en mente es editar un libro. "Soy un poeta", dice no sin reconocer que tiene la inspiración, pero busca quien le ayude a plasmarla sobre el papel de modo correcto. Sin duda, los más de 5.000 kilómetros que dice haber recorrido darán mucho que contar.

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