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"Con la batuta nunca me sentí nervioso"

-¿Le podrán jugar una mala pasada los nervios este sábado en la Sala Tuno Valdés?

-Con la batuta nunca me sentí nervioso en un concierto. Siempre deseo que llegue ese momento porque es cuando se puede compartir la emoción, y a través de la música se puede pasar un momento fantástico. Lo que tengo es muchísimas ganas de que llegue ese día para disfrutarlo con todo el mundo.

-¿Fue difícil elegir un repertorio tan variopinto para el Concerto do Cocido de Lalín?

-Cuando me propusieron el proyecto yo hice cuatro propuestas de programa para que eligieran lo que más les gustaba. Es cierto que en los cuatro había dos líneas de objetivos comunes, una pensada en el público de ese día con un programa variado, y por otro lado buscaba un repertorio variado, también, estilísticamente de cara al trabajo más didáctico para la banda.

-¿Cuál de las cuatro piezas será la que llegué más al público?

-La verdad es que son totalmente diferentes, y lo interesante es que en cada una se puede disfrutar desde parámetros o sensaciones diferentes. Son estilos muy variados, y cada uno nos puede llegar muy a dentro de forma distinta como espectadores.

-¿Cuál es la más difícil de interpretar de todas ellas?

-Son cuatro complejidades distintas. La primera, que es la obra italiana, es complicado el estilo ligero con una banda sinfónica. En cuanto a la sinfonía de Barnes, es una obra de una estructura grande y solemne, y la complejidad está en mantener la arquitectura sonora desde el principio hasta el final durante 25 minutos. En la obra de Grainger la dificultad es sacar la riqueza cromática, y en la última hay que conseguir el discurso sonoro de Puccini.

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