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O Marquesado, de reclamo turístico al cine

El cineasta Xoel Méndez graba escenas en la aldea anegada para su próximo filme, 'Venecia'

Tomando imágenes de la aldea.

Poco, o nada, han influido las lluvias de los últimos días en el caudal de Portodemouros. La última medición se realizó anteayer e indica que el embalse está al 33% de su capacidad, con 98 Hm3, mientras que el año pasado la cifra era de 261. Ello permite que los nostálgicos y los turistas (sí, ahora existe el turismo de sequía) se desplacen a la parroquia de Brocos para ver cómo emerge de las aguas la antigua aldea de O Marquesado, sepultada hace ahora 50 años y que sólo podía contemplarse algún que otro mes de agosto. El silencio, la paz y hasta la turbación que transmiten las paredes de las antiguas casas, el tronco del ciprés cortado en lo que fue el atrio de la iglesia -el cementerio se trasladó a las inmediaciones del nuevo templo- y el esqueleto del alcornoque pasaron de ser un reclamo turístico a posar, con toda su majestuosa decadencia, ante la cámara.

Xoel Méndez, periodista ourensano y cineasta, graba desde hace unos días imágenes en este enclave del Portodemouros, para dar forma a un proyecto que recogerá lo que él llama turismo de memoria. O Marquesado se incorpora a una idea que comenzó hace unos años en el embalse de Lindoso, en tierras ourensanas de A Baixa Limia. Lo que iba a ser "Os días afogados" cobró otra dimensión con la sequía de estos últimos meses. La presa de Lindoso, en pleno Parque do Xurés, se construyó hace una veintena de años y en su momento despertó una gran polémica porque anegó tierras muy ricas en cultivos, no solo viviendas. "Unas maniobras en el embalse provocaron que bajase el caudal, con lo que la antigua aldea surgió de entre las aguas", con viviendas que aún conservan sus cristales. Esas imágenes fantasmagóricas "me llevaron a centrarme en el boom turístico" que crean esos paisajes surrealistas que llegan a despertar comparaciones como la del citado alcornoque con la película El árbol del ahorcado.

El documental, docu-ficción como lo denomina Méndez, se llamará Venecia y va a estrenarse este mismo año. Es una alegoría, un título paradójico: mientras la ciudad italiana camina poco a poco hacia su desaparición entre las aguas, antiguas aldeas gallegas vuelven a cobrar vida gracias a la falta de, precisamente, agua. O Marquesado y Castro Candaz (en el embalse de Belesar, Chantada) son esas otras Venecias que para Xoel Méndez se transforman "en una reflexión sobre los tiempos que vivimos, un ajuste de cuentas con el pasado". Mientras en Venecia el paisaje se tiñe de góndolas, máscaras y serenatas, las aldeas anegadas por estos embalses de grandes eléctricas solo ofrecen "kayaks, selfies y psicofonías", en palabras del propio cineasta. E, igual que el turista veneciano disfruta de sus paseos por la romántica ciudad, los vecinos del antiguo O Marquesado se hartan, estos días, de explicarle a los turistas y a los reporteros por dónde transcurrían los caminos de la antigua aldea, dónde se ubicaba la iglesia y qué cultivaban en cada finca transformada ahora en barro. Año tras año, cada vez que baja el caudal, el visitante más aplicado puede ver cómo se mantiene en el mismo lugar de O Marquesado un zapato, símbolo de que allí, una vez, hubo vida.

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