Desde varias semanas los alumnos de Infantil y Primaria del CEIP de Figueiroa han descubierto una clase especial. Miguel Constenla y Ídhaly Guzmán son los encargados de impartir la nueva asignatura, el taichí, un arte marcial milenario nacido en China y practicado ahora en todo el mundo. El centro escolar de Figueiroa no será sin embargo el único en introducir dentro de su programa formativo esta actividad, ya que en las próximas semanas está previsto que el CEIP Pérez Viondi y el IES Manuel García Barros también ofrezcan clases de taichí.

Se trata de una iniciativa promovida por la Asociación para el crecimiento y orientación en familia (Acrofam). En el caso de Figueiroa es la Anpa Picariños la que se hace cargo de los costes, mientras que en el Pérez Viondi colaborarán la Anpa y el centro. Según explica la presidenta de Acrofam, Kim Llobet, esta actividad se enmarca dentro de las iniciativas que habitualmente organizan en colaboración con el Concello de A Estrada. "Se trata de utilizar esta técnica oriental para que los niños comprendan lo que ocurre dentro de su cuerpo, su mente y su corazón", explicó. "Es importante dar a los niños la facilidad de conocer y comprender otra manera de ver las cosas", añadió en el mismo sentido.

Estas clases de taichí se extenderán a lo largo de dos meses y contemplan cuatro clases teóricas y cuatro clases practicas con cada aula. Se reparten en dos horas semanales, la teórica en hora de tutoría y la práctica en una hora de gimnasia. Inicialmente las clases comenzaron con las aulas de Primaria y posteriormente también se extenderán hasta los más pequeños. Desde Acrofam agradecieron en este sentido la complicidad y el apoyo de los profesores y directores de los centros escolares para poder llevar a cabo esta iniciativa.

Programación natural

El profesor Miguel Constenla y su mujer son los encargados de impartir estas clases, que se adaptan a las diferentes edades a las que tienen que enseñar. Constenla explica que la práctica del taichí está poco extendida entre los niños pero que se trata de una técnica psicoeducativa emocional que tiene un gran sentido con los más pequeños. "Con los niños de primero y segundo hay una interacción más natural. Las posturas que enseñamos vienen programadas en nosotros desde que nacemos pero las vamos perdiendo con el tiempo. Luego tenemos que recordarlas. En los niños pequeños es algo más natural porque les sale de dentro", explica.

Entre las cuestiones que se trabajan durante los dos meses que están con cada una de las clases están el equilibrio, la actitud y la respiración. "Mejoramos la seguridad de los niños como personas y también en su relación con los compañeros. Son cosas que luego puede aplicar en su día a día", informa el profesor.