-¿No se arrepiente de haber cambiado la carpintería por la fotografía, actividades que apenas tienen relación entre ellas?
-También hay gente que te dice que cómo te dedicas a esto porque piensan que es una afición muy cara. Personalmente, pienso que no es para tanto. Ahora tengo varias cámaras, una de ellas mejor que las otras, pero creo que la fotografía está en la técnica, y no depende de que te hubieras gastado 300 o 3.000 mil euros en el aparato que utilizas para ello. El dominio de la técnica es lo que hace que una foto sea mejor.
-¿Para cuándo un libro de fotografías sobre la historia de Cruces?
-En eso también estoy trabajando. Cuando hice la exposición de 2014 hubo mucha gente que me lo comentó y no descarto hacerlo más pronto que tarde. Hace dos años me pasó algo muy curioso con una gente que en un principio no quisieron prestarme una foto para la muestra "Na memoria dos nosos fillos. O pasado visto desde o presente". Cuando estuvieron en la exposición se arrepintieron de no habérmela prestado para ponerla y publicarla en el catálogo que hicimos. También me pasó que publiqué otra en mi muro de Facebook, y después paseando por las calles de Cruces se me acercó alguien a decirme que había visto la foto y que había descubierto que en ella aparecía su padre, del que no tenía ninguna en su casa. Se trataba de una foto cuando era pequeño. Y hubo una familia que se tiró toda la vida discutiendo si su padre había estado en las minas del wolfram hasta que lo vieron en unas de las que yo tenía, y me dijeron que querían tener un recuerdo de él.
-Supongo que esa época de las minas tiene que ser un filón fotográfico muy importante.
-Sin duda. Hay un gran número de fotografías de esa época, tanto en la parte civil como en la militar, que también hicieron muchas fotografías. En las minas pasa como con la gente que hizo la mili porque no paran de contarte historias y anécdotas de entonces.
