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La comisión del callejero de Lalín cumple su primer año sin rebautizar ninguna rúa

Hasta el momento se han celebrado cuatro reuniones en las que se fijaron los criterios a seguir -La próxima cita será para asignar un nuevo nombre a las calles B, C, D o F

Primera reunión que celebró la comisión del callejero, en octubre del año pasado. // Bernabé/Gutier

La comisión municipal del callejero de Lalín cumple su primer aniversario. Un año en el que su actividad ha estado lastrada por los quehaceres y ocupaciones de todos sus miembros, de ahí que en todo este tiempo no haya podido llevar a cabo la misión por la que fue creada, que no es otra que la de rebautizar varias calles del casco urbano lalinense. Desde que se celebró la primera reunión, el 8 de octubre del 2015, hasta el día de hoy el colectivo no ha puesto encima de la mesa del ejecutivo ningún nombre que pudiera ser sustituto de los que hay actualmente.

La comisión ha celebrado en estos doce meses alrededor de cinco reuniones en las que discutieron, antes de nada, los criterios a seguir a la hora de nombrar cualquier calle. Estos aspectos se reducen a tres: Establecer un criterio general basado en respetar y recuperar en la medida de lo posible la toponimia tradicional de los lugares, realizar un listado de nombres que pudieran ser utilizados para aquellas calles donde no es posible recuperar la toponimia inicial y realizar un estudio con el fin conocer las microtoponimias existentes en las zonas del casco urbano de Lalín que se quiera rebautizar. Éstas son las tres medidas que ha establecido la comisión y que se han presentado al gobierno local, según Manuel Igrexas, uno miembros del colectivo.

El respecto a la toponimia tradicional es el criterio principal por el cual subyacen la búsqueda y la discusión sobre los nuevos nombres. En este sentido, Igrexas explica que hay casos claros como el de la Avenida Buenos Aires, en la zona conocida popular mente como A Cacharela, o la calle Ramón Aller, conocida como O Tirabeque. La comisión aboga en estos lugares por recuperar el nombre patrimonial en la parte del vial que corresponda y transformarlos en "categoría oficial". Así ocurrió en su día en la Avenida Madrid, en la que un tramo fue renombrada para pasarse a llamar Xosé Cuíña.

El problema aparece en aquellas calles en las que es muy difícil conocer su microtopónimo y a la par son rúas a las que le urge una nueva denominación, como es el caso de la B, C, D o F. Por esta misma razón, la comisión apuesta por realizar un estudio que facilite el trabajo, acogiéndose a alguna subvención institucional. Así se lo han explicado a miembros del ejecutivo. Pero, en este sentido, "el gobierno comunicó la dificultad de realizar este tipo de estudio", asegura Igrexas. Esta opción parece no tener recorrido al no existir financiación especifica ni recursos externos para contar con algún experto.

Entonces, para facilitar la denominación de estos viales sin apelativo tradicional, el colectivo ha realizado una lista conformada por cerca de 20 nombres que podrían atribuirse a las citadas rúas. En el listado se pueden encontrar nombres como el del escritor de A Bandeira Ramón Valenzuela, el literato Vicente Risco o O niño das pombas, libro de López Ferreiro con alusiones a la capital dezana. En todos estos nombres se busca principalmente una relación directa con Lalín.

Igrexas asegura que la próxima reunión será para trasladar al gobierno alguna denominación concreta, pues deben ser los miembros de la sesión plenaria, y no esta comisión, los que decidan finalmente el cambio, ya que el colectivo es meramente consultivo.

Hace un par de meses peligró la continuidad del grupo, después de que su actividad fuese menos de la esperada. En estos momentos los expertos que la integran son Fernando Pereira, Mario Pereira, Marta Negro, Manuel González Aller, Luz Méndez, Hugo Facal, Gonzalo Navaza y Manuel Igrexas, con la única baja del polígrafo Daniel González Aller.

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