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Tres ofrendas dezanas en honor al Niño de Atocha

Aparecen en distintos puntos de Lalín restos de rituales atribuidos a la santería, que sincretiza también con San Antonio de Padua

Sacrifico aparecido en el Agro de Lalín de Arriba.

Elegua o Eleggua es una de las deidades de la religión yoruba. En la santería sincretiza con el Santo Niño de Atocha, advocación católica del Niño Jesús muy popular en las culturas de España, Filipinas, Colombia, Honduras, Venezuela, el suroeste de Estados Unidos y especialmente en México, o con san Antonio de Padua, un sacerdote de la Orden Franciscana, predicador y teólogo portugués, venerado como santo y doctor de la Iglesia por el catolicismo. En todos los casos se trata de deidades o santos a los que se le realizan diferentes ofrendas cuyos elementos más característicos han aparecido la semana pasada en tres rituales distintos depositados en las rotondas de O Rodo, en las proximidades de la fábrica de Florentino, del Agro de Lalín de Arriba, cerca del colegio Manuel Rivero, y en el Alto de Vales.

En todos los casos, los recipientes de plástico albergaban huevos de gallina -tres en dos de ellos, y siete en el tercero-, varios caramelos y una colilla de puro sin acabar. "Sin duda se trata de un ritual de santería que sincretiza con el Niño de Atocha", aseguraron a esta Redacción desde el establecimiento vigués Tarot, especializado en artículos esotéricos y venta de libros. Al parecer, este tipo de ofrendas son más habituales en localidades como la Ciudad Olívica por parte de personas de origen sudamericano, donde estas prácticas están muy extendidas entre la población. El objetivo en todos los casos es pedirle a la deidad "cerrar las puertas a las amantes y a las malas personas que nos hacen daño" porque, según los creyentes de esta religión, Eleggua también protege del mal poniendo barreras para evitar su llega a la persona oferente.

Heterodoxia religiosa

La santería tiene en un lugar especial al Santo Niño de Atocha, variando su sentido como representación de una deidad ancestral. Todo ello producto de la heterodoxia o la libertad imaginativa religiosa y las presiones sociales de los tiempos, tal y como apuntan varios expertos en la materia. "El desamparo de los africanos traídos a América, desarraigados de sus lugares de origen con todo lo que conllevaban, colocados en un desamparo del que difícilmente somos conscientes en la actualidad, los llevó a construir una peculiar práctica religiosa la cual, además, se consolidó a causa de la evangelización católica que sólo marginalmente los tocó, sobre todo en el Caribe insular" explica Manuel Olimón en su estudio realizado sobre el sincretismo relacionado con las ofrendas aparecidas en las calles de la cabecera comarcal dezana.

El profesor Olimón también explica que "no se trata propiamente de un sincretismo, dentro del cual se da una fusión cultural, es decir, algo que actúa desde adentro de una comunidad que surge y que puede llevar a la integración de una gnosis o doctrina para iniciados, sino de una sustitución externa, en la que tanto las imágenes como sus líneas de representación y su dinamismo permanecen autónomas y lejanas, con trayectorias propias y paralelas. Además, en tiempos como los actuales, donde principalmente en los ambientes urbanos es fácil confundir la religión con el folklore y hasta con modas esotéricas, es difícil pulsar la seriedad o la banalidad de este tipo de manifestaciones".

En cualquier caso, la aparición de los tres rituales en las calles de Lalín no han dejado indiferente a nadie de los que los contemplaron tras su estratégica colocación.

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