Hay gente dotada con una mirada especial, con una capacidad para observar y capturar el instante preciso, captando matices que se escapan al ojo menos entrenado. Manuel Castro Vilar tenía ese don. A Estrada dijo adiós ayer a un fotógrafo rural que inmortalizó parte de la historia local durante más de 20 años. Este estradense se fue dejando tras de sí un legado todavía desconocido para muchos y que preserva para el futuro irrepetibles imágenes del pasado.

Tenía 96 años y la sensibilidad de quien es capaz de descubrir en lo cotidiano una belleza que ha de conservarse para disfrute de las generaciones venideras. Su pasión tuvo que ajustarse a los avatares y oportunidades que la vida fue brindando a este vecino de Santa Cristina de Vea. Hasta bien entrados los años 60 fotografió todo lo que sucedía a su alrededor. Entre sus negativos se encontraron paisajes de la zona, que testimonian cómo era el valle del Ulla hace décadas o qué vistas ofrecían los montes de Cora. Curiosas instantáneas del transbordador que desde el puente de Cora cruzaba el Ulla o que reflejan el trabajo en un aserradero que hubo en su día en Santa Cristina se combinan con fotos de labores agrícolas, que también llamaban su atención. No faltan imágenes de verbenas y romerías, con sus tradicionales procesiones, ni tampoco otras que dan muestra de tradiciones tan arraigadas en tierras estradenses como los Xenerais da Ulla o la pesca del salmón en este caudaloso río.

Equipos de fútbol posaron para Manuel Castro, al igual que hicieron muchas familias de la zona. Los jóvenes ojos de este estradense se iluminaron un día al descubrir en un escaparate de A Coruña al que sería uno de los grandes amores de su vida: una cámara Photax. Le costó una pequeña fortuna de la época: 60 pesetas para las que tuvo que ahorrar un tiempo. Tras unos inicios difíciles, no tardó en granjearse una fama como fotógrafo y comenzar a cobrar por su trabajo. Sin embargo, las casualidades de la vida hicieron que, finalmente, Castro Vilar no diese el salto de instalar el laboratorio con el que un día soñó para revelar él mismo las imágenes que tomaba. La oportunidad de tener un empleo estable como agente de una compañía de seguros llamó a su puerta y él salió a recibirla. Sin embargo, no dejaría de apretar el botón de su cámara, aunque fuese como aficionado.

Su hijo pequeño, Pepe Castro, dedicó esfuerzos a digitalizar un fondo de más de 1.000 negativos y otras copias en papel. Todo este material resume el legado de Manuel Castro Vilar, haciendo que su huella permanezca para siempre, íntimamente unida a la historia de A Estrada y sus gentes.

Fallece el sastre de Tabeirós

Además de llorar la pérdida de este fotógrafo, A Estrada dijo también ayer adiós a un apreciado vecino, que deja su huella entre costuras. Se trata del sastre de la parroquia de Tabeirós, José Vázquez Durán, vecino de A Consolación.Estradense muy apreciado y conocido, falleció a los 81 años. Su capilla ardiente se instaló en el tanatorio San Pelayo y el funeral se celebró en la iglesia parroquial de Santiago de Tabeirós.