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Manuel Campos Vilaverde | Cantería

"Es complejo comenzar en el mundo del arte"

Bernabé/Noelia Porta

Su larga trayectoria como artesano está avalada por más de una veintena de años curtiéndose en el sector. Manuel Campos Villaverde regenta un taller de cantería y escultura en Arca. Pero la huella que han dejado sus obras van más allá de los límites impuestos por la parroquia estradense. La icónica escultura de los caballos en la Praza de Galicia o las que honran a García Barros y Varela Buxán en la Rúa da Cultura son muestras permanentes de la habilidad de sus manos sobre la piedra. Sus esmerados resultados son frutos de años de aprendizaje y esfuerzo. Él mismo aseguró que adentrarse en la artesanía "fue una lucha" y apuntó que "es complejo comenzar en el mundo del arte". Según relató, sus comienzos en la materia estuvieron ligados a la talla de madera pero, finalmente, fue aplicando esos conocimientos al trabajo en piedra. Aseguró que, en cierto modo, fue "un autodidacta".

Según especificó, en su taller tiene dos líneas principales de trabajo. En la primera de ellas se dedica a la elaboración de cruceros, escudos, chimeneas y el encargo de obras públicas. "Estas son las obras que me dan de comer", declaró Vilaverde. Sin embargo, en su taller de Arca también explota su vena más creativa puesto que la segunda línea de trabajo son obras cuyo fin es la exposición en galerías de arte.

Aseguró que sus trabajos más personales han recorrido toda Galicia, viajando por "las casas culturales de los Concellos". Pero su arte también traspasó las fronteras y llegó a cruza el Atlántico. La conocida como "quinta provincia", Buenos Aires, acogió la exposición de algunas obras del artista estradense. Vilaverde recordó que la muestra la compartía "con otros colectivos artísticos" y que eran fundamentalmente "piezas pictóricas".

Sus esculturas más creativas son figuras "de pequeño formato, de unos 80 centímetros a un metro". Su laborioso trabajo, avalado por el sello de Artesanía de Galicia, ocupa un tiempo muy difícil de estimar por parte de Vilaverde. "Depende de cada obra, pueden ser tres o cinco meses", matizó el artesano. Aunque su trabajo esté marcado por la variabilidad temporal, lo que no permite margen de error son los más de 20 años que el artista estradense lleva tallando ideas sobre la piedra.

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