Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La subcampeona gallega de agility se pone el listón muy alto

La estradense Silvia López y sus perros Cata y Apu entrenan duro, son disciplinados y se cuidan para ser competitivos y aspirar al oro

Silvia López Valcárcel, con sus perros Apu y Cata, en la pista de entrenamiento. // Óscar Corral

La vigente subcampeona gallega de agility, la estradense Silvia López Valcárcel, y sus perros Cata y Apu se ponen el listón muy alto. Lejos de conformarse con la plata cosechada con Cata en la máxima categoría -grado 3- de la Liga Autonómica de Agility, Silvia López y sus canes entrenan duro tres veces por semana, son disciplinados en su vida diaria y se cuidan -evitando excesos que hagan subir de peso a los canes- para ser competitivos en pista y poder optar con garantías a ser los mejores de la liga. De momento, tras varias competiciones de la nueva Liga Autonómica, siguen situándose en los mejores puestos de la clasificación. Quieren alcanzar el oro y para ello se preparan.

Sería el premio al trabajoen 5 años por esta guía estradense que se adentró en el agility casi por casualidad. Siempre fue una gran amante de los animales, "salvo de los de plumas" porque cuando era niña le saltó un gallo a la cara y ello motiva que aun hoy le tenga "fobia" hasta "a las palomas". En general, a todo lo que "pueda coger vuelo", bromea.

Sin embargo, irónicamente, sus dos perros "vuelan" sobre la pista al recorrer las diversas zonas de contacto -pasarela, empalizada y balancín- y la de jumping sin contacto.De hecho, Cata salta 525 milímetros de altura y Apu, 650.

Es el fruto de un intenso trabajo de entrenamiento que Silvia López Valcárcel suele realizar durante el invierno tres veces por semana en la pista de Agility Compostela. Precisamente fue ahí donde hace 5 años se adentró por primera vez en la práctica de esta modalidad deportiva, de la mano de Fernando Estévez.

Él fue quien le enseñó a ejercitar a su perra Cata en obediencia. La acababa de comprar en Villalba. Montaba a caballo hasta que se lesionó una rodilla y pensó en comprar un "border collie" por la especial aptitud de esta raza para el pastoreo de los caballos que tienen ella y su novio. Pero sufrían cada vez que Cata, con solo cuatro meses, se acercaba a los caballos. La llamaban y no obedecía. Temían que la pisasen. De ahí que decidiesen adiestrarla, trabajando la obediencia. Pero lo que empezó así fue evolucionando. Empezaron a pasar por túneles para dar paso poco después a saltos con vallas bajitas al principio y más altas después. Luego se enfrentaron a la empalizada, la pasarela y el balancín. Y, finalmente, al slalom, el último obstáculo que se aprende en agility.

Lo hicieron de manera gradual. El 4 de marzo de 2012, justo un día después de que Cata cumpliese año y medio, empezaron a competir, animadas por Agility Compostela. Y aunque Silvia y Cata comparten timidez pudieron comprobar que, como les decía Fernando Estévez, "lo bonito de competir es el hormigueo que te entra justo antes" de hacerlo, "un subidón de adrenalina" que revoluciona hasta a los perros más tranquilos, como la miedosa, calmosa y solitaria Cata. Forman un buen equipo. La guía reconoce el terreno y dirige a la perra sobre la pista. Antes de competir, siempre cumplen con un ritual: la coloca entre sus piernas, la besa y le da la espalda. Entonces Cata se coloca para salir. Para entonces, ya ha visto con su dueña cómo compiten los demás perros. Es el modo de que se "ponga como una moto".

Apu llegó a su vida hace 3,5 años. La experiencia acumulada con Cata hizo que con él fuesen más estrictos. Eso se nota. Es mucho más obediente que Cata. Son muy diferentes. A él, además, lo llevaba a los entrenamientos y a las competiciones desde cachorro para que se socializase, razón por la que también se sentaban en la puerta de casa a la salida del colegio Pérez Viondi para que viese a los niños y se socializase. Estos estímulos han dado sus frutos. Adora trabajar y siempre está pendiente de su guía. A veces, ese exceso de celo le lleva a confundirse si deduce que debe hacer algo y se equivoca. Cata es mucho más indecisa, más lenta pero "muchísimo más segura".

La llegada de Apu provocó un bajón en los resultados de las competiciones con Cata, según admite su guía, se centró en Apu.

El ritual de competición con él can pasa por dejarlo a su derecha, sacarle el collar y echarlo a andar. En ese momento actúa con gran disciplina. De lo contrario, se distraería.

Pero la obediencia y la constancia dan sus frutos. Tanto que a pesar de llevar solo 5 años practicando agility Silvia López ya ha competido en dos ocasiones en el Mundial, el denominado World Agility Championships (WAO) disputado en Italia en 2014 y en Holanda en 2015. Lo hizo representando a Venezuela -país en el que nació y residió hasta los 6 años- porque en las pruebas selectivas de España fue cuarta entre 30 binomios de perro y guía y eso la relegaría a ser suplente. Fueron dos experiencias muy gratificantes que le gustaría repetir. A menos que deje varios años por el medio sin competir tendrá que seguir haciéndolo por Venezuela. No lo descarta. Ir al Mundial para un agilitista, es una experiencia inolvidable que merece la pena.

Compartir el artículo

stats