Los dos destacados saltos de agua de A Estrada, el Picho de Curantes y la Fervenza de Callobre, están rodeados de un entorno idílico cuyo reclamo turístico no solo es el agua. Puentes y molinos adornan una estampa natural y bucólica. Uno de los más emblemáticos es el puente que une las parroquias de Rubín y Callobre, formado por dos arcos y de estilo románico, como se recoge en la obra A Estrada Rural. También hay otros pasos destacados que unen Callobre con sus parroquias colindantes como son Lagartóns o Cereixo.

En el caso de Curantes, en el citado libro de Reimóndez Portela, se mencionan algunos puentes como el de Muíño, el de la Pousada Nova o la de Tumbio. Una nota, incluida en la edición de 2007, asegura que "están renovadas y hechas de hormigón".

Los dos entornos de las cataratas estradenses están llenos de molinos en estado casi ruinoso, construidos por su destacada utilidad para aprovechar la fuerza del agua. De ellos, a día de hoy, surgen topónimos y leyendas que marcan la historia del municipio estradense.