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El retorno de los espíritus libres

Rapa das Bestas devuelve al monte caballos que habían entrado en fincas particulares

Imagen cedida por Rapa das Bestas de "bestas ladras" que regresaron al monte.

En Sabucedo se las conoce como bestas ladras. Son aquellas que dejaron de disfrutar a galope tendido de su libertad por los montes que circundan esta parroquia para adentrarse por un camino incierto y conflictivo. Forman parte de las manadas de O Santo y están llamadas cada primer fin de semana de julio a perpetuar la ancestral tradición de la Rapa das Bestas. Sin embargo, estos animales abandonan su hábitat natural y se adentran en propiedades particulares, convirtiéndose en uno de los peores quebraderos de cabeza para la asociación que vela durante todo el año por el bienestar de la cabaña de San Lourenzo.

A pocas semanas de la última Rapa das Bestas, el trabajo continúa en la parroquia estradense más internacional. Integrantes de la citada asociación dedicaron el pasado fin de semana a conducir de nuevo al monte a aquellos caballos que un día tuvieron que retirar de fincas particulares o que descendieron hasta las carreteras.

Algunos de estos équidos llevaban casi un año en un cierre que el colectivo tiene detrás del curro del Campo do Medio. Cuando se les alerta de que un animal de la asociación fue encontrado en alguna propiedad, se retira y se le conduce a esta especie de retiro provisional. Los caballos que son reincidentes, es decir, que fueron devueltos al monte después de haber invadido alguna propiedad o bajado hasta las carreteras -con el consiguiente riesgo- y repiten su fechoría, suelen quedarse a vivir en este cercado, por decisión de la asociación. Su presidente, Henrique Bazal, explicó ayer que, si repiten varias veces seguidas, estos caballos adoptan la costumbre de continuar bajando del monte para alimentarse en fincas de los vecinos. Apunta que habitualmente son ejemplares de mayor edad, a los que ya les cuesta comer en el monte, de manera que buscan un camino fácil al invadir fincas y cultivos. "Se acostumbran a este tipo de alimento", apuntó.

Si estas bestas ladras tienen potros, cuando estos son suficientemente mayores, son conducidos al monte, para que gocen de la libertad que desde hace años tiene esta cabaña. A los ejemplares jóvenes que escogieron puntualmente el mal camino, se los libera de nuevo, distribuyéndolos por las diferentes manadas de O Santo, en montes también diferentes. Se las separa, buscando que quienes han compartido esta aventura prohibida vuelvan a hacer piña.

Bazal subrayó ayer que este problema es el que más preocupa a lo largo del año a Rapa das Bestas. El colectivo busca evitar las protestas vecinales y el peligro de que sus animales desciendan hasta las carreteras. Es por ello que promueve un gran cierre perimetral, en colaboración con la administración y las comunidades. La implicación de todos redundará, esperan, en un beneficio compartido. Y para los espíritus salvajes permitirá una perpetua libertad.

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