San Benito es, sin duda, el faro más luminoso para los centenares de fieles que, confiados en su condición de santo "más milagroso", llenan cada 11 de julio la parroquia forcaricense de Pardesoa. Ayer volvió a ocurrir. Y, entre los incondicionales de San Benito, sus devotos se encontraron también con alguien a quien tenían muchas ganas de ver: al párroco jubilado José Pérez Bértolo. Tras cederle el testigo a Saúl Retamozo, Don José -apelativo cariñoso con el que suelen llamarle los fieles- regresó a Pardesoa para oficiar la misa de las doce.

Innumerables feligreses se acercaron a él, prodigándole numerosas muestras de cariño e interesándose por su delicada salud, el motivo que le llevó a jubilarse el pasado mes de octubre. "Me siento mejor, con más fuerza, pero no puedo hacer esfuerzos. Tengo que andar a mi ritmo", tranquilizaba el párroco a los fieles. "Voy tirando, paseo junto a la ría" y, cuando puede y es preciso, se presta a ser "comodín" para reforzar la labor de los escasos sacerdotes que quedan en la zona. Con ellos tenía previsto ayer confraternizar, compartiendo un almuerzo.

La presencia del ya expárroco fue una de las alegrías que se llevaron los fieles pero no eclipsó en absoluto la fe con la que los devotos se acercaron a San Benito, para pedirle la curación de todo tipo de males de cuerpo y espíritu o para agradecerle una gracia solicitada y ya concedida.

A los pies de la imagen de San Benito -dentro del templo parroquial- se agolpaban multitud de figuras de cera, muy cerca de las estampas y las limosnas que los fieles depositaban en una gran cesta. Desde primera hora de la mañana se registró un goteo incesante de incondicionales del santo, dispuestos a cumplir con las tradiciones institucionalizadas en esta ancestral romería.

Y es que, además de asistir a una de las misas que se oficiaron de manera ininterrumpida durante toda la mañana, acudir al San Benito de Pardesoa supone besar la reliquia del santo al final de la celebración y solicitarle -como cada 21 de marzo y cada 11 de julio- a los vecinos de Pardeosa Francisco Álvarez y José Janeiro la tradicional imposición del santo que vienen realizando desde hace 41 y 27 años respectivamente.

También fue un día de gran ajetreo para Alfredo Barros y su hijo pequeño, Adrián, que colaboraron con la parroquia en la venta de figuras de cera y de cirios, como también hizo Daniel Barros en marzo. Un año más, la cera de los cirios volvió a propiciar un gran susto durante la novena, ardiendo por completo en el habitáculo reservado para su colocación. De ahí que ayer, parte de las velas estuviesen cerca de donde se realiza la imposición del santo y de donde la comisión de fiestas vendía merchandising del santo para recaudar fondos para la fiesta. Su labor hizo posible que ayer se programase la actuación de King África en la verbena. Y la de Protección Civil regulando el acceso al aparcamiento y la de la Guardia Civil velando por la seguridad de los asistentes contribuyó a que, un año más, la romería fuese todo un éxito.