Están hechos el uno para el otro. Los dos llevan la tradición corriendo a galope tendido por sus venas. Se esperan durante todo el año, unos disfrutando plenamente de su liberad y otros velando por su bienestar. Saben que el primer fin de semana de julio se verán las caras, que el hombre irá al encuentro del caballo y este, aunque en un primer momento huya, le estará esperando. Así ha sido desde hace cinco siglos. Y siempre terminan bailando abrazados sobre la arena.

La llegada de los caballos a Sabucedo es uno de los momentos más esperados, en especial para quienes no tuvieron ocasión de subir a monte para reunir a las manadas de O Santo. Un grupo de vecinos partió ayer al mediodía a buscar a los animales, congregados en el cierre de O Castelo. Antes de las 14.30 horas irrumpían en la aldea, recibidos con vítores y aplausos.

La música no dejó de sonar ayer en Sabucedo. Ni durante el baile que aloitador y besta protagonizan en el curro ni en los momentos posteriores. Y es que la Rapa es tradición pero también es fiesta. Tequexetéldere aunó las dos vertientes en el Campo do Medio, amenizando la espera para el primer encuentro del año.

Algunos se perdieron el baile. Solo 1.500 pudieron presenciar ayer el primer cuerpo a cuerpo del año. Pero hoy volverá a sonar la música en el curro del Campo do Medio. Será a las 12.00 horas. Se recomienda sombrero y protector solar, además de agua para refrescarse y brindar por los protagonistas de esta fiesta ancestral. Cuando la danza termine, la tradición será la que más aplauda.