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Deza mira hacia La Meca

Centenares de musulmanes residentes en la comarca celebran hasta el 6 de julio el mes de Ramadán con ayuno y sesiones de oración para purificar alma y cuerpo

Musulmanes oran en el salón habilitado en Lalín. // Bernabé/Javier Lalín

No todos los vecinos de Deza viven en el año 2016. Para 235 residentes (según los datos del IGE) oriundos de África, estamos en el año 1.437 de la Hégira o, lo que es lo mismo, la emigración del profeta Mahoma junto a sus fieles desde La Meca hasta Medina. Los musulmanes que están asentados en la comarca iniciaron este lunes el mes de Ramadán, el noveno mes lunar de su calendario en el que los hombres y mujeres adultos deben ayunar y abstenerse de tener relaciones sexuales desde que amanece hasta el ocaso. El ayuno y la oración sirven, como en la Cuaresma, para quitar valor a los bienes terrenales que ansía el ego y, de paso, valorar más la comida que se presenta al final del día.

"El Ramadán es difícil para una persona que nunca lo ha hecho. Yo empecé a los 11 [cuando tuvo su primera menstruación], ahora tengo 39 y estoy acostumbrada. Me encanta", apuntan Hanane Bouh, marroquí afincada en Silleda. Explica que el ayuno arranca a las 4.00 de la madrugada y termina a las 22.00 horas, salvo para los mayores, las mujeres con la menstruación o los niños, que están exentos. Lo normal es que se haga una comida cuando el sol ya se ha puesto, y en realidad copiosa. En la mesa de la familia de Hanane no puede faltar la harira, una sopa tradicional marroquí a base de perejil, cilantro, lentejas, garbanzos, tomates, pimienta negra, aceite de oliva y fideos gordos. Tampoco pueden faltar los dátiles o la shebbakiyya, un dulce también marroquí a base de tiras de pasta de miel y sésamo. La bebida más habitual es el té.

"A esta comida siempre hay que invitar, todos los días, a familiares y amigos" indica Hanane, pero esta costumbre en su tierra natal tiene que adaptarse a su trabajo y el de su marido en Deza. Así que la pareja rompe el ayuno en compañía de sus dos hijos. Puede hacerse, también, otra comida a lo largo de la madrugada, para reponer fuerzas de cara a la jornada siguiente. "En torno a la una de la madrugada se puede tomar un plato de fruta o un yogur". Al preguntarle si es muy complicado encontrar los ingredientes para elaborar las comidas de Ramadán, Hanane es clara. "Para nada, todo está en el supermercado. Hay un carnicero en Lalín que facilita carne sacrificada al estilo árabe. Yo, por si acaso, días antes de que empiece el ayuno ya empiezo a llenar el congelador".

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